Caminos cruzados (1-2)

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En un portal, fuera de la vista de cualquier persona. Los llantos de un niño, llamaron la atención de la muchacha, que se encontraba paseando cerca, intentando olvidar su gran pérdida, su gran dolor. Estando en  una calle céntrica, en una de sus travesías, dejaron una canasta, una carta, un bebe vestido con grandes ropas y un medallón con unas iniciales. La joven se quedo inmóvil a ver que dentro de aquella canasta se encontraba un bebe de tan solo unas semanas nacido. No tendría más de un mes de vida.

Nació fuera de un matrimonio. Se engendro dentro de dos jóvenes, en una familia de apellido muy reconocido y por supuesto de gran prestigio. Nunca nadie, se planteo tener descendencia, ni alargar el apellido siendo tan jóvenes y en edad de seguir estudiando. Como cualquier joven, sus padres solo querían divertirse y vivir la vida sin limitaciones. Sin tener conocimiento de nada, ni siquiera poniendo límites al desenfrenado vivir del día a día. Sus padres tenían por entonces 15 y 16 años. Se encontraban estudiando, tenían planes de ir a la universidad, pero lo peor de todo era que los padres de los jovenes, al enterarse, no deseaban cortar su educación, ni estaban dispuestos a manchar el apellido de la chica. Pues era de alta sociedad, con titulo aristócrata, era duques y una mancha sería muy grave para su reputación y su apellido.

 

En la carta ponía unas letras, donde solo decía;

--Por favor cuídenlo,

                                               Gracias.

                                                                     Atentamente: J.P

No había más explicaciones. Tan solo unas letras, un medallón, con las mismas iniciales que en la nota y como se llamaba el bebe. Era un chico y aparentemente se notaba sano.

Echi dudo un instante, pero una gran alegría le invadió su alma y pensó hacerlo pasar por su propio hijo, donde todavía no le había dicho a nadie lo ocurrido, pensando que su esposo volvería con ella. Enseguida pensó;

--Les diré a todos, que nos a abandono tu padre, que volvió con su antigua pareja y a su país. Te llamare como a mi hijo y te are pasar por él.

Dicho esto agarro la canasta, al bebe. Compro en una tienda cerca lo necesario y volvió a su casa.

Pasaron los años. Echi empezó a vivir de nuevo. Empezó a reír, a mirar al mundo con un nuevo color. A tener esperanza y creer en los milagros. Con forme Lías crecía, Echi lo miraba y veía a su bebe, pensando como estaría él. Como iría creciendo o como pasaría sus días. Si su mama lo querría como ella, aunque no lo tuviera en sus brazos ayudándole a dormir. Cantando canciones de cuna, protegiéndolo cuando tuviera pesadillas y abrigándolo en sus noches  frías.

Fue un niño muy aplicado en los estudios. Siempre sacaba sobresalientes en todo. ¡Claro! No podía ser de otro modo, si deseaba salir adelante y ser alguien en la vida. Desde muy pequeño, su madre siempre le enseñaba una fotografía y un medallón, con dos letras. Cuando él le preguntaba, Echi contestaba;

--Cuando llegue el momento, yo te contare un secreto hijo. Mientras tanto, reten estos dos recuerdos, en tu memoria, porque forma parte de nuestra identidad.

Lías no volvió a preguntar. Espero a que su mama terminara por contarle esa información, sobre esos dos objetos. Mientras tanto Lías termino estudiando abogado, conoció a muchas personas y termino trabajando en un bufete con mucho nombre en Paris. Todos los vecinos, se sintieron muy orgullosos del muchacho, pues siendo alguien sin tener el poder adquisitivo, había llegado tan lejos, mientras otros niños del bloque, teniendo padres muy adinerados, solo quisieron divertirse y pasar de todo, encontrándose adultos sin oficio, ni benéfico, ¡claro! Sin faltarles el dinero de sus papas.

Terminando su carrera, con matrícula de honor, Echi decidió contarle todo y darle el medallón que pertenecía a su familia, que lo habían abandonado. Le explico que su nombre real era José P. Solo ponía eso, un medallón con J.P y las ropas que llevaba muy costosas. Le conto que su verdadero hijo le puso al nacer Elías, decidiendo llamarle del mismo modo, para que pasara por el pequeño, que su esposo se lo arrebatado. Le conto toda la historia, sin dejar nada sin esconder.

Elías le cogió las dos manos, las junto, las beso, terminando por abrasarla, dándole las gracias y diciéndole lo mucho que la quería y se colgó el medallón, saliendo para ir a ver a un cliente que estaba denunciado por robo. Se trataba de un joven de 20 años, que intento robar un establecimiento. En el robo, peleo con un policía que se encontraba en el supermercado,  con tan mala suerte que cayó y se rompió un brazo.

 


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