Una historia medieval (2/2) Fin y debate.
La puerta de la alcoba se abrió. Fuera, aguardaba el ganador, Saúl, dentro esperaba su esposa Leonor.
Saúl no sabía muy bien como comportarse. La ceremonia, a pesar de toda la pompa y boato, a pesar de los mil y un coloridos rituales, había sido algo fría. La boda, si a aquello se le podía llamar así, no había tenido un abrazo, mucho menos un beso. Saúl dudaba. La chica era sin duda hermosa, pero menos hermosa que cuando la había visto en aquel palacio, con aquel vestido. Es como si el vestido se hubiera llevado, al desaparecer del cuadro, todo el encanto.
Pero no, eso solo no explicaba el desencanto del momento que el trataba de ocultar disfrazándolo de torpeza. Había algo más, quizás un sentimiento de irrealidad, de ser todo demasiado perfecto para regalarlo sin más... después de todo él era, sobre el papel, solo un plebeyo. Un plebeyo que ella no recordaba haber visto antes o, peor aún, lo recordaba pero consideraba esa memoria como algo indigno de mención.
El tiempo pasó y cuando Leonor se decidió a hablar fue para invitar a su marido a abandonar la habitación.
*********
- ¿Qué sabéis de Charles Perrault? - preguntó un tipo entrado en años que ostentaba el título de mago de la corte.
La princesa respondió con el nombre de un cuento.
- La Bella Durmiente.
- Veo que conocéis el nombre de la obra pero al parecer no la habéis leído.
- ¿A qué viene eso? Sabéis muy bien que es mi obra favorita.
Por la mente del mago pasó fugazmente la imagen de Maléfica en su siniestro castillo.
- El no os ama y si no os ama sacrificarle a la criatura no funcionará. -
********
Al día siguiente, Leonor puso en marcha su plan. Podría preguntarle a su esposo directamente si la amaba, pero siempre cabía la posibilidad de ser rechazada. Así que decidió ponerse en manos de Baco, el dios del vino.
Aquella noche, bajo la luz de la luna, el hechizo de un perfume y los efectos inhibidores del alcohol, Saúl besó en los labios a Leonor.
Leonor, confundida tras el beso, estuvo tentada de ir más lejos, pero el estado de embriaguez en el que ambos se encontraban la hizo desistir de su propósito. Aquella noche, soñó. Y a la mañana siguiente, cuando el despertar la sacó del mundo de las pesadillas y el recuerdo del beso en sus labios la llenó de amor, decidió alertar a Saúl y escapar junto a él. Lo más seguro es que les encontrasen y que ella fuese ofrecida a la bestia en lugar de su marido. Pero como decía Maléfica "El amor lo puede todo" y con...
- ¡No me lo creo! - interrumpió la lectura un alumno del curso de relatos.
- Pues a mi me ha gustado. - intervino una alumna de pelo largo y gafas negras.
El invitado levantó los ojos del portatil y molesto por la interrupción, solicitó silencio antes de continuar.
La lectura concluyó en menos de un minuto.
- Lo que yo no entiendo es que etiquetes a esta obra como "fantasía", claramente se trata de una historia de amor - intervino la alumna de gafas.
- Será por las hadas. - dijo otro.
- ¿Qué hadas? Nadie ha mencionado a las hadas-
- Pues las de la Bella Durmiente... digo que en ese cuento había hadas y brujas y...
- Yo creo que la obra está muy bien, pero todo eso del beso...
- El beso estuvo mal, fue dado sin consentimiento y bajo los efectos del alcohol.
- ¿Cómo el de la Bella Durmiente?
- ¡Qué dices si la bella durmiente estaba muerta!
- No, no estaba muerta, estaba profundamente dormida hasta que un beso de amor la despertase...
- Y si había bebido, después de tanto tiempo, seguro que daba cero en el alcoholímetro...
El autor, viendo la deriva de los comentarios, trató de llevar la conversación hacia derroteros más técnicos. Sin embargo el debate, si ha esto se le puede llamar así, volvió a irse por los cerros de Úbeda.
- Fantasía es que la princesa se interese por el plebeyo y no digamos eso de dar su vida por amor... eso no se lo cree nadie.
- El amor lo puede todo. - dijo un chico que había estado muy atento a la lectura.
- En mi opinión en la vida real esto no pasa.
- Es un cuento... esto solamente es un cuento subido de tono.
- Es fantasía.
- Más bien ciencia ficción - añadió el cínico de la clase.
En ese momento sonó el timbre y todos los estudiantes salieron del aula con las típicas prisas de quién tiene por delante un fin de semana.
El invitado suspiró. Añadió a su relato los comentarios de los alumnos tal cuál los recordaba y lo publicó.
Fin.
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