Amigos de internet

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Soy un hombre maduro, entre el trabajo y otras obligaciones no he tenido tiempo para una relación así que a veces busco con quién conversar a través de alguna aplicación. Al responder una publicación o dejar un comentario he conocido a varias chicas, unas cerradas, otras amables y otras muy calientes.

Así la conocí a ella, terminamos entablando una linda amistad que ya tiene mucho tiempo de haber empezado. Congeniamos y las conversaciones aumentaron de temperatura rápidamente. Intercambiamos ideas, fantasías, experiencias, fotos y videos. Pero había un problema, no éramos del mismo lugar y era casi imposible un encuentro. Eso cambió un día, en que por cosas del destino, mi trabajo me llevó hasta su ciudad.

Solo iba a estar un día allí y sería para cerrar un negocio, así que debía ser algo rápido, tendríamos un par de horas para conversar y al menos un beso esperaba recibir antes de irme. La llamé, le di la noticia y se alegró mucho, me envió la ubicación de un café dónde podríamos encontrarnos y ahí fue nuestra cita.

Al llegar al lugar la vi, me acerqué y nos abrazamos. "Eres mucho más hermosa en persona" le dije tímidamente, ella contestó "...y tú eres real. Es un alivio y un placer verte". Nos sentamos, tomamos algo, conversamos y reímos recordando las locuras que hemos hecho por chat. Al rato ella dijo que quería irse. "¿Dije algo malo?" Le pregunté, ella respondió "No, al contrario, quiero hablar contigo cómo lo hacemos por internet, pero aquí no se puede, acompáñame".

Salimos y caminamos un par de cuadras hasta la entrada de una casa, "Aquí vivo y por eso te cité en ese lugar, si eras real sabía que debía aprovechar la oportunidad". Entramos, nos sentamos en su sofá y fundimos nuestros labios en un beso apasionado. Pensaba en todas las veces que nos habíamos masturbado a través de una pantalla y ahora estábamos sintiendo el sabor de nuestras bocas. Ella se detuvo y preguntó cuánto tiempo teníamos disponible. "En poco más de una hora debo encontrarme con mi equipo de trabajo" le dije mientras miraba mi reloj. "Entonces no perdamos más tiempo" dijo ella con una sonrisa y se arrodilló frente a mí.

Con sus manos encontró mi duro miembro en mis pantalones. Su mirada mostraba hambre, su boca se hacía agua, humedecía sus labios abriendo mi cremallera y dejando salir mi verga. "Oh dios mío, es idéntico al de las fotos" susurró y lo acercó a su tierno rostro. Ella suspiraba, lo anhelaba, con su lengua recorrió las palpitantes venas, admiró por un par de segundos el grosor y la forma de su cabeza, para darle un beso y chupar una pequeña gota que empezaba a salir. 

Me miró a los ojos, abrió su boca y metió mi pene entero hasta su garganta. Yo observaba como devoraba mi miembro y lucia hermosa mientras lo hacía. Los sonidos que emitía, la saliva chorreando de su boca, su mirada salvaje, nunca había recibido una mamada como esa.

No podía esperar más, me puse de pie y le ofrecí mi mano para que se levantara, nos volvimos a besar pero esta vez con una furia desenfrenada. Mis manos quitaban los botones detrás de su vestido y sus manos hacían lo mismo con los de mi camisa. Al estar completamente desnudos la empujé hacia el sofá y no lo podía creer, ¡Qué belleza!, el cuerpo que había anhelado probar desde el primer día al fin estaba ahí frente a mí y solo para mí.

El calor era total, abrí sus piernas para descubrir su sexo mojado, fluidos transparentes me esperaban en su entrepierna y sin dudarlo me lancé a lamerlos. De abajo hacia arriba limpié y besé sus labios vaginales, haciendo zigzags con mi lengua, sintiendo su sabor y disfrutando su humedad. Al llegar a su clítoris, con solo posar mi lengua un escalofrío recorrió todo su cuerpo e inmediatamente introduje dos dedos dentro de ella. Chupé su delicado y sensible clítoris sin cesar por un rato con sus gemidos de fondo hasta que con delicadeza me imploró "Ya cógeme".

La energía sexual en el ambiente era indescriptible, ya no era calor, era lujuria y no tuve ninguna delicadeza, introduje mi pene entero en un solo empujón y ella soltó un estruendoso gemido que retumbó en la habitación. Con euforia la penetré ininterrumpidamente por varios minutos, me acercaba a besarla en sus labios y en sus tetas, esas nenas que tanto deseaba tener en mi boca.

Estábamos tan hundidos en el placer que las palabras dejaron de existir, ella puso sus manos en mi pecho y me detuve. Me tomó por el cuello y me lanzó al sofá, era su turno. Se subió sobre mí dándome la espalda, mostrándome su deliciosa retaguardia. Acomodó mi pene en su vulva y se sentó sobre él, sus paredes internas me apretaban mientras ella subía y bajaba, introduciéndolo hasta la raíz. 

Los movimientos de su pelvis me tenían mareado, estaba hipnotizado ante la belleza y sensualidad de esa mujer. La acústica del lugar enviaba los sonidos por toda la casa. Gemidos, gruñidos, cada rebote de su cuerpo creaba una sinfonía que les aseguro desearían escuchar.

Cuando sus piernas ya no daban más, se inclinó en el sofá y se puso en cuatro, volteó hacia mí con una mirada retadora y entendí la indirecta. Me puse de pie y le di una nalgada. "NO ME DOLIÓ" dijo en voz alta, a lo que respondí con repetidas nalgadas en ambos glúteos, "Más, más, más" suplicaba ella entre lágrimas. Tomé sus brazos y los coloqué detrás de su espalda, estaba sometida ante mí y volví a penetrarla.

Estaba aún más mojada, mi pene entró deslizándose hasta el final. No era momento de ser gentil, dirigí toda mi fuerza a mi cintura para darle la cogida más feroz que pudiera recibir. Cada empujón era un fuerte sismo que recorría todo su cuerpo, convirtiéndose en gritos, quejidos, sudor y lágrimas. El sismo se convirtió en un terremoto que la derrumbó, ella lo sentía venir y yo también, jadeando se desplomó y como si no hubiera gemido lo suficiente, soltó un último grito mientras llegaba al orgasmo sumida en éxtasis y satisfacción.

Yo también estaba por acabar y ella rápidamente se lanzó al piso, aún tratando de recuperar la respiración me repetía "Soy tu puta", "Dame tu leche", "Me la merezco papi". Me masturbé enérgicamente mirando su tierno rostro, diciendo cosas tan sucias, la forma en que me miraba, mi pene palpitaba, podía sentir que venía y al final salió, cómo un volcán en erupción de mi miembro salieron chorros de semen caliente, la manifestación líquida de la lujuria acabó en la boca de la mujer más hermosa y caliente que mis ojos habían visto.

Aún en el piso, desnuda y con la cara llena de semen, me dijo "Estuvo increíble, pero creo que te tienes que ir". Miré mi reloj y efectivamente ya debía estar en otro lugar, me vestí con prisa, le agradecí por su recibimiento y le dije adiós. Ni siquiera nos dimos un beso de despedida, pero que ese beso pendiente sea la excusa para volvernos a ver.


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