¿Por qué lo hice?

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- ¿Pasa algo?

- Nada… simplemente, pensaba, te miraba.

-Y…

- Tengo miedo.

- ¿Miedo de que?

- De lastimarte, de lastimarte otra vez, de que sea peor.

- No me vas a lastimar.

- Como podés estar seguro, cuando yo no estoy segura.

- Por qué lo estoy. Sé cuánto me queres, y las personas que se quieren no se lastiman, no a propósito por lo menos.

- Pero yo lo hice.

- Fue un accidente, y nada más.

- … ¿fue un accidente?

- Si, porque me queres y jamás me lastimarías, como yo no te lastimaría a vos.

- Pero lo hice.

- Fue simplemente un momento en el que sentiste que esa era una forma de demostrarme tu amor.

- Una mala.

- Fue solo una forma.

- Pero te lastime y me da miedo volver a hacerlo.

- Yo no tengo miedo, y no fue tan terrible, voy a vivir, quédate tranquila.

- Ya lo sé, es que…

- Nada, está bien, ya paso, yo estoy bien, y quiero que vos estés bien y tranquila.

- Ok.

- El problema con el amor es que a veces puede llegar a ser tan intenso que no sabemos cómo decirlo, como exteriorizarlo, simplemente hacemos lo que podemos, como nos salga en ese momento.

- A veces para mal.

- El amor nunca está mal.

- La forma digo, por lo menos la que use yo.

- Esta bien, tal vez tu forma no haya sido la mejor, pero fue la que sentiste en ese momento, es todo.

- Igual me molesto.

- A mí no.

 

Había sido una noche tranquila y romántica. Afuera, el frio y la lluvia lo cubrían todo, ayudando a la creación de aquella magina velada. Habían comido, reído y amado desde temprano. Al llegar la noche, mientras los juegos y las risas continuaban, ella se sentó sobre el regazo de él, enfrentándolo. En silencio se miraron y sonrieron, mientras ella le acariciaba el rostro. De su bolsillo, y con una sonrisa cómplice, ella saco una pequeña navaja y un frasco de crema para afeitar. Los balancea frente a él mordiéndose el labio, el respondió, aceptando la propuesta, inclinando la cabeza hacia atrás. Despacio y casi como un juego fue cubriendo su rostro con espuma. Finalmente, arrojo el frasco a un costado, abrió la navaja frente a el despacio, la admiro, el filo, el metal reluciente. Despacio comenzó a deslizarla por su piel. De a poco iba limpiando de crema y vellos su rostro. Se detuvo en su mejilla izquierda, apoyando con un poco de fuerza el filo de la navaja, lo miro a los ojos, y sin quitarle la vista, introdujo la hoja en el hasta que la sangre comenzó a brotar de esta. Con velocidad arrojo la navaja al suelo y presiono con su mano sobre la herida con fuerza, intentando detener la sangre y con desesperación en sus ojos. Tomo una pequeña toalla que tenía a su lado y la presiono con fuerza en la herida. Sin sacar la mano de su rostro, pego su cabeza en el pecho de él, con lágrimas en sus ojos. El apoyo su mano sobre la de ella. Levanto su rostro y lo miro, nuevamente enfrentados, ella con lágrimas cubriéndole la cara, y el con una sonrisa.

 

Duerme tranquilo. Puedo escuchar su respiración, un leve silbido en su nariz. Su pecho, subiendo y bajando bajo las sabanas. En absoluta paz. Todavía pienso en lo que me dijo del amor, tal vez sea cierto, supongo que es una buena explicación de lo que hice. ¿Por qué lo hice? Jamás podría lastimarlo. Moriría antes de que le pasara algo, pero, sin embargo, ¿Por qué lo hice? Tal vez simplemente necesitaba alguna forma de estar más cerca de él. Lo abrazo, hundo mi rostro en su pecho, intentando absorber su olor, y disculpándome mentalmente una vez más ¿Por qué lo hice? Me acerco a su cara y lo beso delicadamente sin que él lo note y me deslizo fuera de la cama. Prendo la luz del baño, y en silencio me arrodillo en el suelo para buscar la toalla. La encuentro, miro, estudio la mancha roja aun un poco húmeda. Es una parte de él, una parte de nosotros, de nuestro amor. Vuelvo a la habitación, con cuidado, la guardo, ahora protegida dentro de una pequeña bolsa, en un cajón entre mis ropas. Quiero que este allí para siempre. Para recordarla. Para recordarla correctamente. Vuelvo a la cama. A su pecho, su silbido de la nariz y su aroma. Lo abrazo fuerte ¿Por qué lo hice? Porque lo amo, pero no siempre se cómo decírselo.


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