Denunciar relato
Y a ahí estaba él , Marino siempre tan puntual , tan apasionado por la profesión que ejercía, pero a la vez tan indecifrable, de momentos confuso de entender.
Ese día le tocó avisarme que la exposición se había reprogramado.
A medida que me comentaba los motivos, fue imposible no perderme en su mirada, mejor dicho en sus ojos marrones, y no porque me sintiese atraída,simplemente quería hallar alguna información,algún signo que me ayudase a resolver esa incognita que representaba tanto para mi como para los que se encontraban en el lugar.
Pero al intentar encontrar alguna información, me tope con un vacío, con la nada misma
Fue ahí que entendí, que los ojos no siempre son el espejo del alma.
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