Sueños de realidad

El Lama Samten tenía la capacidad de convocar personajes de sus sueños. Su técnica era muy antigua y se desarrolló entre los habitantes de las estepas tibetanas, mucho antes de la llegada del budismo. En aquella época predominaban los cultos chamánicos y animistas que formaron la religión Bön y basaban sus creencias en la interdependencia del hombre y la naturaleza.

El salón donde nos encontrábamos estaba en penumbra, solo alumbrado con velitas de manteca de yak, que proyectaban sombras cuando la corriente circulaba entre las ventanas. En las paredes dominaban los Tankas de Vajrapani, Chenresi y las Taras Blanca y Verde, todos con su altar repleto de ofrendas e inciensos humeantes. El monasterio se encuentra en la cordillera de Ladak a cuatro mil metros de altitud y no es muy visitado, de hecho, es bastante misterioso. Su nombre es Milam Gompa.

El maestro Samten nos pide que situemos nuestra atención en la sílaba tibetana ???? (hum), solo con la intención de calmar la mente y no juzgar las visiones. El mantra de la transición se oye a mi derecha en forma de sonidos agudos mezclados con reberverancias de palabras más penetrantes, más bajas, más hondas.

Tengo los ojos semi cerrados, como nos enseñó meses atrás. Percibo mi entorno y el sonido del mantra me produce quietud. Pasados unos minutos algunas volutas de humo, quizás del incienso, ascienden entremezclándose y formando figuras como un cuerpo humano. Veo al maestro sentado y de él surgen lazos de energías que se transforman en personajes. No hablan, solo aparecen y desaparecen. Observo y veo imágenes estrafalarias, que van y vienen. El salón poco a poco se transforma en un lugar ajardinado con fuentes chorreando agua y pájaros pululando por todas partes. A un lado veo a una emanación de Solgye du Dalma enseñando a sus discípulos las técnicas del sueño interdimensional. 

Pongo atención en lo que dice, habla en la lengua tibetana antigua, pero yo la entiendo. Miro hacia los discípulos y no soy el único occidental. También hay dos chicas y un chico que mi mente asocia con el norte de europa. Van vestidos con túnicas color granate y lucen atributos en sus manos que no logro reconocer. 

Mi atención se dirige hacia el fondo y allí están los Lamas de más edad formando un circulo de meditación que sostiene la experiencia onírica del maestro Samten. Toda la experiencia transcurre en el salón, pero este ha desaparecido y ahora estamos en unos jardines con caminos rodeados de flores que no llevan a ninguna parte, porque enseguida comprendo que estoy en la "experiencia ilusoria" del maestro.

No aprendí las antiguas técnicas para convocar a los personajes de mis sueños. Estas enseñanzas están dirigidas exclusivamente a los Lamas, a los discípulos y a los aprendices. Pero vagué por los jardines conociendo a numerosas entidades salidas de la mente del maestro. 

Encontré a Tothel en el pasillo de los jazmines, parecía venir flotando hacia mí sonriendo y envuelto en una túnica blanca. Su apariencia era extraña, nada parecido a los Lamas, más bien daba la impresión de pertenecer a otra cultura. 

- Ven - dijo. 

Y me empujó entre las matas de jazmín, salí al otro lado y aparecí en un páramo verde, limpio, sin ningún objeto a la vista. Entonces se presentó como una parte minúscula del conocimiento y su objetivo era enseñarme las múltiples realidades paralelas que co-existen y cómo podemos movernos entre ellas.  

No sé el tiempo que transcurrió ya que muchos estados de existencia carecen de tiempo. El caso es que las imágenes oníricas del maestro empezaron a desvanecerse y enseguida me encontré de nuevo en el salón. 

Estaba sentado en una alfombra y mi cuerpo se hallaba rígido y dolorido. Más tarde nos dimos cuenta de que habíamos estado dos días en aquella posición.

Seguimos en las montañas y no perdimos la oportunidad de aprender esta sabiduría tan antigua como remota.