Denunciar relato
En la camilla yace, avergonzado,
un hombre que padece un fuerte mal.
La fisioterapeuta, firme y leal,
atiende su dolor, siempre a su lado.
Durante la sesión, un acto osado,
su cuerpo reacciona inevitable.
Ella, profesional y siempre amable,
lo calma, sin juzgar lo inesperado.
Él se relaja, siente la vergüenza,
de manos que alivian con gran destreza,
en la clínica, un ámbito seguro.
La vergüenza se mezcla con deseo,
su cuerpo libera líquidos con presteza,
ella lo observa, sin ningún apuro.
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