LA TRIPLE EXPERIENCIA DESCONOCIDA (I)

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LA TRIPLE EXPERIENCIA DESCONOCIDA

Os estaba esperando. Por encima del cuerpo desnudo sólo llevo un camisón transparente. Voy descalza. Acabo de salir de la ducha y llevo el cabello recogido. La mujer debe tener unos cuarenta años. Cabello suelto negro con algunas canas. Baja, de estructura corporal mediana. Ojos y labios pintados. Tacones. Viste falda corta; por debajo de la chaqueta negra un suéter rojo. Sonríe cuando se presenta: "Magda", y me besa las mejillas poniendo su mano en mi hombro. Tiene un acento claramente latino. "R...", me presento por mi parte. Tú te has quitado la cazadora. La ayudas a quitarse la chaqueta y pasamos por el comedor-living hasta llegar al dormitorio. Tú te quitas los mocasines pisando un pie con el otro. Sole te imita y deja sus zapatos a la entrada del cuarto. Comienzo a excitarme.

Tú te sientas al borde de la cama. La mujer toma de la mano y me acaricia el cabello, el cuello y baja por los senos, se para un instante en el monte de Venus, apretando el camisón contra el vello púbico. Baja por los muslos, llega a las rodillas. La mano suelta la mía y mientras la otra pasa por la cintura hacia atrás y dibuja la forma de mis glúteos, me acaricia muy suave la rodilla. Me mira a los ojos, toma mi barbilla y me acaricia los labios, acerca su boca y siento como saborea mis labios con los suyos, abre su boca y me come los labios. Con su lengua abre mis labios y me besa la mía. Yo la beso a mi vez. Nuestras lenguas juguetean, se buscan, se enroscan, se sorben, mezclan nuestras salidas calientes, recorro su paladar y sus dientes. La huelo, el aroma de su perfume vuelve de su cuello al interior de mi garganta. Nos abrazamos y acariciamos. Yo jadeo levemente. Mete sus manos por dentro del camisón. Me toca las tetas, pellizca mis pezones. Estoy caliente, caliente. Chupo sus labios, los muerdo con cierta fuerza. Le voy desabrochando la blusa roja. No lleva sostén. Tiene unos pechos regordetes y unos pezones grandes, turgentes. Ella deja caer el sujetador. Le bajó la falda. Su culo tiene forma muy redonda, saltón, ligeramente grueso. Lleva tanga. Meto mi mano por dentro del tanga, su piel es algo tosca, bajo del monte de Venus hacia su vulva; descubro que va depilada, sin rastro en el tacto de bello alguno. Siento el inicio de su raja cerrada, seca. A diferencia de mi sexo, el de ella no tiene labios grandes, exteriores; el mío es muy lobulado, labios gruesos que se ven incluso entre mi rizada mata de pelos. La intensidad de mi libido crece y me humedezco de caliente que estoy. Te busco con la mirada y veo que te has quedado en calzoncillos. El bulto de tu pene destaca por debajo de la tela. Sin duda estás ya tan caliente como yo.

Introduzco mis dedos por entre los labios de su raja. Magda me quita el camisón. Me acaricia los pechos. Me toma de la cintura y me lleva a la cama, del otro lado del que tú estás. Nos sentamos. Se agacha y me besa un pezón, después el otro. Me magrea las tetas mientras chupa y lame. Los pezones se me ponen tiesos, se ven grandes. Los mordisquea otra vez. Yo la cojo del cabello. Baja de la cama y se arrodilla frente a mí. Me besa el ombligo y acaricia mi peluso rizado; juega con los pelitos a cada lado. Con los pulgares y los índices abre mi raja y la observa con atención. Yo me ruborizó. Acaricia mis labios exteriores. Noto las yemas de sus dedos por cada lóbulo; abajo y arriba, los pellizca con tanta delicadeza que parece que lo hace con ternura. Cómo tú no puedes ver, ya que estoy de espaldas, te levantas y acercas el cómodo sillón de brazos marrón; lo colocas frente a nosotras, ligeramente en diagonal. La mujer, seguidamente posa su dedo en el centro de la hendidura, frota ligeramente y lo saca húmedo y brillante. Veo una viscosidad babosa en su dedo índice. Me la muestra sonriendo. La pasa por los labios de mi boca y luego se mete el dedo en la suya. Baja la cabeza y me besa la concha. Su lengua me lame y chupa, primero; luego me sorbe y la introduce en la raja y dentro de mi agujero. Me estremezco de goce y apretó mis muslos atrapando la cabeza de Magda, su boca, sus labios entre las paredes de mi chocho. Me tiro hacia atrás después de ver que tú te tocas por encima del calzoncillo. La mujer me come el coño con una habilidad extraordinaria. Lo abre como si fuera un marisco peludo y sabe dónde están sus puntos de placer. Sube a mi clítoris y ahí me vuelvo loca de placer. Me semilevanto y la cojo por la cabeza, la levanto hacia mi boca y la beso con ardor, con lujuria. Me como mis flujos vaginales de sabor marino, flujos viscosos que dejó en mi paladar: mezcla de su saliva y mi semen femenino. Gimo y ella jadea. Me tumba en la cama. Tú dejas el sillón y bajas tu slip. Tú verga está erecta al máximo que permite tu edad. Gruesa, hinchada, el prepucio se pierde y las venillas están gruesas y azuladas, el glande es un capullo rosado, grueso como una corona de piel suave y brillante. Te agachas y sacas cinco bandas de tela negra de los bolsillos de la chaqueta. Las bandas son largas y elásticas. Sole me ata cada mano a los palos del cabezal de la cama y los pies con las otras a la parte baja de la cama. Yo sumisa y dominada por la concupiscencia me dejó atar obediente, expectante. Con la otra banda tú me cubres los ojos. No veo nada y apenas percibo sonidos y olores. Una boca me besa el pubis y me lo acaricia. No distingo cuál; otra me besa la boca, ahora sí distingo un ligero olor a perfume: es Magda. Por tanto, eres tú quien me come el chocho. Lo haces tan bien como la mujer y si no fuera por el leve aroma del perfume no sabría quién me daba placer. Alguno me pone un cojín bajo el culo y me levanta los muslos. Siento caricias en el ojete. Un dedo con un líquido fresco y chorreante da vueltas al ojo de mi culo y sus pliegues, me gustan esas caricias. El dedo intenta entrar por el agujero y despacio lo logra; se va metiendo en varias fases dentro, de mete hasta que la mano chica con mis nalgas. El dedo está todo lo dentro que puede estarlo y gira y acaricia sus entrañas. Muevo el culo para sentir el dedo más adentro. El dedo sale y de repente entra junto a otro. Mi ojete se abre con facilidad. Aumenta el placer. De mi concha brota flujo y noto que empapa mi vergel de vello. Otro dedo toca mi chumino, los labios, el agujero. Se introduce y lo frota. Comienza a masturbarme.

(Continuará)


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