Una Colegiala me Cogiò porque estaba Aburrida y Caliente Pte. 1
Por JimenaNavarro
Enviado el 23/07/2024, clasificado en Adultos / eróticos
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Hola a todos. Este relato forma parte de un libro que escribe sobre experiencias sexuales de la categoría de incesto, infidelidad, intercambios, parodias y fantasías. La idea de cortar por escenas estas publicaciones es para que disfruten algunos de los momentos más intensos y que si quieren entender todo el contexto, vayan a leerlo con la advertencia de: Mucho Texto, pero nada de lo que se puedan arrepentir para leer.
Saludos,
Una Colegiala me Cogió porque estaba Aburrida y Caliente
Al paso de la primera hora y algunos tragos de cerveza el ambiente se calentó. Entre el sonido que provocan los labios cuando se besan con ansia y los leves gemidos de Fabi, Alejandra comenzó a cambiar su rostro. De ser la chica sin gracia y diferente a todo lo que acostumbraba, pasó a una joven traviesa que poco a poco separaba sus piernas para que su mano alcanzara su entrepierna. La estaba pasando bien y su intención era que fuera mejor. De un momento a otro me volteó a ver.
- Mira, no eres mi tipo, pero me estoy calentando. ¿Quieres coger? - Me preguntó seria, directa y sin contemplaciones.
- Mira, así son las chicas hoy en día, ¿no? - Dije sin responder queriendo ser gracioso.
- Déjate de pendejadas. ¿Si o no?
Me quedé callado en definitiva y solo dije sí con la cabeza para que lo siguiente fuera verla levantarse, subirse su falda y sentarse en mis piernas para comenzar a besarme.
Una vez más vi la transformación de la hembra y cada vez era más valiente o liberal. Sus manos tomaron mi cara y me plantó un beso que hasta el día de hoy no he olvidado y que procuro tenerlo al menos una vez por semana si las preocupaciones del matrimonio lo permiten. Con timidez comencé a acariciar sus delgadas piernas notando que no tenían vellos, estaban lisas y suaves tal y como siempre me han gustado. Mis manos torpemente paseaban por sus rodillas, los muslos, las pantorrillas apretadas por el poco peso de su cuerpo y pude haber estado así no sé cuánto tiempo si no fuera porque ella misma, ya desesperada, me tomó de los hombros para empujarlas hasta sus nalgas.
Quiero decir que hasta ese instante ni siquiera le había dedicado una mirada a su cuerpo pues con ese uniforme no podía esperar demasiado, pero al llegar a sus glúteos una sensación me llenó por completo y no pude evitar apretárselas con una desesperación tal que comenzó a gemir. Al paso del tiempo pude saber que eso le encanta, incluidas las nalgadas, azotes leves y las mordidas.
Así estuvimos unos minutos, pero cuando los gemidos de nuestros amigos fueron a más parecía como si hubiéramos aceptado el reto de quién lo hacía más y mejor y Alejandra se puso de pie.
- ¿Quieres ver lo que tengo aquí abajo? - Me preguntó coqueta pero ruda.
- Sí, quiero verlo. - Le respondí ya sin pena.
Con un movimiento suave desabotonó su falda por un lado y bajó el cierre para que la prenda cayera hasta el suelo. Lo que vi me maravilló por completo. Un par de piernas delgadas, apenas con algo de carne, pero justas para que al llegar a su entrepierna se formara un triángulo perfecto. Se rió porque mi cara era de sorpresa y seguido me tomó la mano para meterla bajo su calzón, un pedazo de tela rosa con un estampado en lila de corazoncitos y ahí pude sentir unos labios acolchonaditos, húmedos y suaves. Estaba depilada por completo y seguramente lo acababa de hacer pensando en la tarde que Fabi les había propuesto. A ese momento yo estaba a mil y mi pene se notaba en mi pantalón. ella no dejaba de mirarlo y sin pedirme que dejara de tocarla se quitó su chaleco y la blusa blanca del resto del uniforme. Ahí de nuevo me sentí en el ciemo. Ante mí un par de pechos pequeños, pero bien parados, con un par de pezones redonditos y pequeños adornándolos que parecían querer explotar. Las aureolas color crema me gritaban que las alcanzara con mis labios y sin dudarlo me acerque.
Cuando comencé a pasar mi lengua sobre ellos sus gemidos terminaron de llenar el ambiente. Era una verdadera sinfonía. Ahí estábamos los cuatro dándonos placer clandestino y hasta cierto punto criminal y yo ya empezaba a meterle los dedos y sentir la viscosidad de sus fluidos.
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