LOS PROPIOS DIOSES
En una de sus obras de madurez, el prolífico y polifacético Isaac Asimov (donde figura un capítulo que llama la atención por desmarcarse de la visión conservadora en las relaciones de pareja) se nos plantea un título que habla de un poder superior al género humano. Dioses sobre las condiciones y relaciones humanas.
CONTRA LA ESTUPIDEZ
Los peligros del conocimiento científico y técnico alcanzado por la especie humana, la utilización interesada de los avances de la Ciencia y la Tecnología, para beneficio de unas élites que se contemplan en el narcisismo hacen necesario un control democrático para evitar una catástrofe irreversible a nivel planetario.
LUCHAN EN VANO
Destino, fatalidad, pesimismo. Aquí, Asimov parece entrar en una contradicción irresoluble. Si los dioses son incapaces de ser superiores a los humanos, ¿en qué radica su divinidad? ¿En la inmortalidad? Pero unos dioses que tengan reflejo en seres dotados de reflexión y consciencia, qué sentido tienen? ¿Puede haber dioses que sean vencidos por la estupidez humana? Si hay una fatalidad, un destino, contra qué pueden manifestar su poder unos dioses que ven cómo ese destino fatal se impone a su superioridad? Si la especie humana muere como tal, si desaparece por medio de su capacidad científica y tecnológica las divinidades desaparecen junto a la especie consciente, vencida por una reflexión incapaz de triunfar sobre los intereses de una minoría acaparadora.
La estupidez humana lucha en vano contra los propios dioses... reflejo de su misma humanidad.
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