En la tormenta 1/2

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Enviado el , clasificado en Terror / miedo
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Desde pequeño me han dado miedo las tormentas. El lento avance de las nubes, la atmosfera serena y tranquila que las precede, el inicio de la lluvia, el sonido del viento, el resplandor de relámpago y el sonido atronador del trueno. Creo, que es la furia de la naturaleza en todo su esplendor y nos recuerda, que hay fuerzas mayores que escapan a nuestro control.

Pero, hay otro motivo, por el que las temo…

Todo ocurrió hace unos meses, el parte meteorológico había anunciado fuertes lluvias con posibles tormentas para el fin de semana. Era viernes por la tarde, había terminado de trabajar y me dirigía a mi apartamento en la calle Colón. El cielo comenzaba a volverse gris, tapando el sol y oscureciendo ligeramente las calles de la ciudad. El viento comenzaba a soplar frío y algunas tímidas gotas empezaban a hacer acto de presencia. Apresuré el paso, llegué al portal y entré en el rellano. Pulsé el botón del ascensor, que se detuvo en la quinta planta y entré a mi apartamento.

Tras tomar una ducha y cambiarme de ropa, miré por la ventana hacia el horizonte, las nubes, densas y grises, se habían adueñado del cielo y la lluvia, había empezado a caer con más fuerza, al igual que el viento, cuya intensidad se veía reflejado en el intenso y alocado vaivén de los las finas ramas de los árboles.

Comenzaba a sentir una ligera ansiedad al contemplar aquello, así que cerré bajé la persiana, me dirigí al sofá del salón y me senté a leer. Mi lectura se veía interrumpida de forma esporádica por el sonido del viento que se colaba entre las ranuras de las ventanas, o por la ligera sacudida que este provocada en las persianas. El tamborileo de la lluvia contra la cara exterior de las persianas lo acompañaba, mientras que el sonido tenue y débil de un trueno distante se colaba dentro de mi apartamento.

Me levanté de nuevo y cerré mejor persianas y ventanas, intentando así que ningún sonido pudiera entrar y hacer crecer mi ansiedad y nerviosismo. Aquello pareció funcionar, pues casi de inmediato, dejé de escuchar aquellos sonidos que tanto terror me provocaban de forma incontrolada, luego, por fin pude concentrarme de nuevo en mi lectura.

Sin saber cuándo, me quedé dormido; abrí los ojos lentamente, el libro había caído a un lado y a través de las ventanas me llegaba el sonido amortiguado de la tormenta. Sentí mi corazón acelerarse ligeramente, cuando el sonido de un trueno, cercano, rompió la tranquilidad del interior de mi apartamento. Sentí como la ansiedad y la tensión aumentaban dentro de mí; respiré, tratando de retomar el control de mis emociones.

Fui a la cocina a por un vaso de agua, afuera, la tormenta parecía ganar en intensidad. Atravesé la cocina y el salón en dirección al dormitorio, quería pasar aquella noche cuanto antes, pero, al llegar al salón, algo me detuvo.

Jamás había contemplado una tormenta directamente por el pavor que me producen, y aún hoy, maldigo el momento y el motivo, desconocido, que me hicieron hacerlo aquella noche.


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