Recuerdos

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El aire corría sin descanso entre las cortinas de mi habitación, parecía mi torrente sanguíneo cada vez que nuestro primer momento de intimidad se reflejaba en cada una de mis neuronas. Sé que a ti te ocurre igual; ese beso escondido, húmedo pero rápido no deja de aparecer en tus recuerdos, activando tu sexo deseoso de poder encontrarse con el mío. Lo niegas, soy consciente, pero no tengo ninguna duda de que sea por la imposibilidad de tenerme desnuda en tu cama, entre tus sábanas que desearías que tuvieran mi olor para degustarlo cada noche.

¿Es así? Sé que lo es, no hace falta que contestes.

Cada despertar está vacío sin mi mirada, las nuestras juntos... aunque sea una quimera. Una dolorosa, punzante y que encoge tu corazón con una punzada que solo puedes alejar al tocarte con mi imagen en la cabeza.

¿Es así? Sé que lo es, no hace falta que contestes.

Sé que hubo muchas otras desde nuestro beso, pero con pocas supuso algo más que una erección pasajera. No te engañaré, a mí tampoco me supusieron mucho más que una alteración húmeda, pero así es la vida. Coloca personas en tu camino que son imposibles de mantener en nuestra vida tal y como hubiéramos deseado, y no sé si agradecérselo --porque siempre nos enseña algo--, o echárselo en cara porque en ocasiones el dolor ácido que produce es casa insoportable. Por eso no tenerte, no tenernos, es cada vez más difícil. Tus labios gruesos, tus ojos verde aceituna, tu mirada profunda... No encuentro nada en ti que no deseara tener muy muy cerca. Sé que de hacerlo no sería capaz de dejar escapar tu cuerpo sobre el mío, bueno, sobre, junto, abajo, de lado, de pie... ¿Alguna postura especial en tu cabeza? A mí no me importa mientras sea conmigo, como en nuestros sueños o nuestra imaginación cuando no hay nadie cerca que pueda entrever que estamos muy lejos de la realidad más palpable y cercana.

Sentirte dentro, palpitante por mí, con esa monumental grandeza de tu sexo en todos sus aspectos cuando tus pupilas se dilatan ante mí... ¿Aceptas mi humedad?


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