La cartera manchada de sangre. Parte 2.

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            Sayo, de vuelta a su habitación vio el mensaje encriptado en el móvil. A sus jefes les gustaba jugar a las adivinanzas.

A ella también.

          Pronto encontró la lógica detrás del código. Buscó la página de viajes y reservó un vuelo de ida a España. "¿Qué casualidad? España otra vez en su horizonte". Pero antes tenía que hacer un pequeño trabajo... vuelo a España con escala en Munich.

**********

         El viernes, solo tres días antes de abrir el maletín, Alberto fue a un bar. El día había sido improductivo en lo que se refiere a buscar trabajo.

      Se sentó en la barra y pidió una cerveza. En el escenario un grupo cantaba pop en inglés. Su idea era pasar un rato bebiendo con moderación. Un grupo de mujeres entró en el bar. Dos tenían rasgos orientales y una tercera, peliroja, podría ser escocesa o australiana. Se fijó en una de las orientales, parecía callada y aun así, había algo en ella que no sabría definir. La miró, pero ella apartó la mirada. Alberto suspiró.

      Al día siguiente nuestro protagonista volvió al bar y repitió bebida. El grupo de mujeres volvió a entrar y esta vez, sin saber cómo ni porqué, de forma aparentemente natural, Alberto acabó la noche conversando animadamente con la asiática en la que se había fijado el día anterior.

 Quedaron en volver a verse al día siguiente.

**********

       Laura, inspectora de policía,  tenía el rostro ajado y aquel día de verano disfrutaba de una tarrina de helado de vainilla y chocolate en comisaria cuando sonó el teléfono.

- Guten Morgen. - dijo una voz masculina.

Tras los buenos días en alemán la voz continuó en inglés. 

      Básicamente, llamaban de Alemania. Un varón, con antecedentes penales, había sido asesinado haría unos cinco días. Todo apuntaba al trabajo de un profesional.

- ¿Y qué tengo que ver yo con esto? - respondió la inspectora con la simpatía que la caracterizaba.

- Creemos que la persona que mató al delincuente se dirigió a su país. Le enviaremos inmediatamente una ficha.

    Laura colgó y abriendo el correo en su portatil halló un nuevo mensaje. Rebañó con la cucharilla lo que le quedaba de helado y mientras su paladar saboreaba el dulce, hizo click en el adjunto. La ficha del sospechoso y su retrato robot aparecieron en pantalla. 

*************

       Alberto se duchó y se puso un poco de perfume. Sobre la silla de su habitación, justo debajo del cuadro de "La gran ola", obra del pintor japonés Hokusai,  tenía los pantalones y zapatos que iba a llevar a la cita.

El ventilador de techo daba vueltas a máxima potencia.

- Falta una hora todavía. - dijo en voz alta mientras se sentaba en la cama haciendo chirriar los muelles.

         Al poco rato se levantó, se rascó el muslo distraído y luego, indagó rebuscando en el armario y sacó la cartera de cuero. Con la ayuda de un alambre hurgó en la cerradura y consiguió abrirla. Dentro, en billetes usados de cincuenta, cien y doscientos, había un total de 20.000 euros. La cartera contenía también un pen drive.

      El primer pensamiento fue el de devolver ese dinero en alguna comisaria. Por desgracia había pasado un tiempo en una cercana y conocía a gente allí. Quizás se encontrase al dueño y el recibiese, junto a una compensación económica, el reconocimiento de la sociedad. Sin embargo aquel plan tenía algunas lagunas, primero no era seguro que el que estuviese buscando el objeto, quisiera reclamarlo a la policía... de hecho, alguién había enterrado la cartera a propósito, no la había perdido... además, ese dinero que nadie necesitaba le vendría muy bien.

 ¡Acaso Edmond Dantes* no se había quedado con un tesoro mil veces mayor!

         El también había sufrido, perdiendo amor y trabajo. Ciertamente con esa cantidad no iba a cambiar el mundo pero, para empezar, la podía utilizar para conquistar a esa mujer que acababa de conocer invitándola a champán. Respecto al "pincho", como diría su amigo informático, bueno, quizás fuese mejor no meter las narices en la vida de nadie. Su padre sin embargo... bueno, era mejor no pensar en ello.

***********

         Laura terminó con el papeleo del día. Había hecho algunas llamadas y al parecer, el individuo en cuestión, podría estar por su zona. De lo que no parecía haber duda es de que se trataba de una mujer que al parecer hablaba varios idiomas.

Era tarde, y en casa no le esperaba nadie que mereciese la pena.

Bueno sí, estaba su marido, pero ese no contaba, le tenía muy visto. 

      Este caso internacional la tenía intrigada y también estaba el bar. Podía ir al bar, tomar algo y husmear y preguntar aquí y allá si alguien había visto algo.

El plan no estaba mal y  la visita al local no la defraudó.

Continuará....


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