JUGA PRIMA ... JUGA I

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Les cuento vivencias con una prima carnal. Cosa que pasaron en el año 1966 y un poco más tarde.

Yo vivía con mis padres y una hermana menor y muchas veces se quedaban algunos días mis dos abuelas.

Teníamos familia en la Provincia de Córdoba, mis tíos con sus 2 hijas, la menor era chica tenía 10 u 11 años, Carola y la mayor tenía 2 años mayor que yo, Beatriz o sea 18 años

En vacaciones, en verano por lo general pasaban unos días en casa, aunque a veces en el invierno también venían a visitarnos.

En general venían los 4, pero hubo un año en que vino Beatriz sola porque el resto de su familia iban al Norte y como a ella no le gusta, se vino a casa.

A ojos de primo era una linda chica, y así la llegaba a mirar, pero no pensando que era prima, puedo decir que era hermosa y además era una potra.

Grandota, alta. Me llevaba una cabeza, tenía tetas grandes, piernas sólidas y una cola que era lo que más se destacaba.

Hacía deportes, creo que natación y vóley, con lo cual el físico estaba, además, bien mantenido.

Jamás se me ocurrió nada con ella, primero por ser mí prima, segundo porque siendo mujer y 2 años mayor que yo, sería, para esa época, como inalcanzable. No sabía de su experiencia, pero la mía era muy escasa o casi nula.

Tuve un par de novias tipo escolares. Con quienes había mucha franela, pero de coger ni hablar.

Por lo menos mí entorno, salvo algún compañero mayor, nadie la ponía, todos éramos franeleros.

Es más, si de polvos hablamos esos, fueron con mi abuela. Alguno subiré un relato.

O sea, ni pensaba en Beatriz.

Ese verano yo tenía que dar unas cuantas materias en Marzo porque era muy vago durante el año y no me quedaba otra que estudiar en el verano.

Siempre me pasaba lo mismo. Para lo cual me organizaba de tal manera de tener mis horarios, tanto para las 4 comidas diarias, un rato de televisión luego del almuerzo y cena, y luego a estudiar todo el día, cuando faltaban pocos días para los exámenes también estudiaba de noche o parte de ella.

Hasta me había armado un ranchito en la terraza para ir a la tardecita y separarme de todo el movimiento de mí casa, de mí familia.

No lo dije, pero Beatriz tenía unos ojazos grandes y entre celestes y azules.

De mirada pícara y su accionar, digamos en familia, también era de hacer bromas, o sea agradable.

En algún momento me di cuenta que alguna indirecta me tiraba, pero no estaba seguro y no sería yo el decir palabra que siguiera con el tema.

Le tenía como un especial respeto, ella hablaba con mis viejos o con mis abuelas en algún día de visitas y para mí eran charlas de gente mayor.

Una de mis costumbres era terminar de almorzar e ir a ver televisión, si no recuerdo mal “Los 3 chiflados” y otra costumbre era tirarme bajo la mesa del comedor y mirar la tele desde ahí.

Cabe aclarar que comíamos en la cocina y la TV estaba en el comedor con lo cual veía una hora a lo sumo hora y media solo, hasta retomar los libros.

Acá comienza una historia para mí inimaginable.

Día de mucho calor, con lo cual yo estaba con un short y nada más.

Estoy mirando la tele, sentí que abrieron la puerta sin saber quién por lo que seguí mirando.

No pasó un minuto que siento en mis brazos que me apoyaban algo. Desde atrás mío.

No digo que me asusté, pero sí que me sorprendió.

Eran las dos tetas de Beatriz sobre mí.

Me quedé sin decir nada y sin siquiera intentar tocarlas.

Ella se encargó de pasármelas por dónde podía y obvio me las puso en la cara.

Yo seguía con mis dos brazos bajo mi cabeza y cuando algún pezón llegaba a mí boca, intentaba lamer y chupar si lo dejaba.

Jugueteó un rato, no mucho tiempo porque en cualquier momento podría entrar alguien y cuando quise agarrárselas las sacaba, cuando quería mamárselas también las quitaba.

Yo me ponía loco, ella se daba cuenta y seguía jugueteando.

En un momento se estiró, por sobre el short me agarró la pija, la manoseo un poquito se subió, siempre por detrás de mí y me dio un beso de lengua que fue interminable. Se levantó me acaricio la cabeza y se fue, diciéndome: - que lindo sos!

Lo de lindo no fue por la belleza sino por esos minutos que pasamos.

Cambio todo en mí. Seguí el día sin entender y no me podía concentrar para estudiar.

Pensaba mil cosas y como seguir.

En definitiva, de ese rato no charlamos, solo en un momento me preguntó si me había gustado, obvio le dije que sí, pero esperaba que eso no sea todo, se rio y como manejando la situación me dijo: -vamos a ver.

Los días seguían de la misma forma donde tenía un ratito donde nadie nos viera, seguíamos besándonos y tocándonos. Cada vez más y cada vez de tornaba más peligroso por si alguno nos pescara.

 Pero era como un imán. Donde había un lugar, venía una tocada. Por lo general era ella la que buscaba.

Tenía actitudes a las que yo no estaba acostumbrado, pero todas me ponían loco por temor que alguien nos descubriera y porque el grado de calentura cada vez subía más.

De repente estábamos en familia y ella sentada frente mío, se corría la bombacha y me mostraba la concha, esa concha de pelos negros.

O en la mesa, estando frente a mí, se descalzaba y me ponía su pie en mí pija, lo movía y yo más loco.

Después me acostumbré yo a ponerle, bajo la mesa, mí pie en su concha. No sé cómo hacía, pero corría la bombacha y yo llegaba hasta su trompa.

Así vivíamos. Hablábamos casi nada del tema.

Lo del comedor y sus tetas se repetía casi todos los días.

Un día le dije que ya no daba más que hiciéramos algo. Ese algo era que cogiéramos o que me hiciera la paja si no quería coger.

Me contestó que era imposible. Que lo tomáramos como un juego. Seguía manejando ella la situación.

En casa era un problema porque siempre estábamos a punto de ser pescados por alguien.

La idea era de salir hasta alguna plaza y ahí ver qué pasaba.

Lo intentamos, pero Beatriz no quería más que jugar. Yo no entendía, me enojaba, pero ella me conformaba y me convencía de seguir así.

Otra posibilidad era ir al cine y ahí ver.

Eso significaba que yo le tenía que pedir plata a mis viejos para la entrada y una pizza … para después.

 Fuimos al cine buscamos una ubicación buen atrás y ahí el toqueteo fue al filo.

La toqué como quería, la besé como deseaba y por fin le pude meter un dedo y pajearla.

Yo pude sacar la pija y acabar. Ella calculo que algún orgasmo tuvo porque si lo pienso hoy, con el dedo adentro y pajeándola estaría acabando.


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