Los deslumbrantes éxitos del fracaso

Si en la Grecia clásica las competiciones dedicadas a los dioses olímpicos debían servir para adornar la identidad cultural, las actuales competiciones olímpicas están dedicadas a los dioses de los negocios y a refrendar la superioridad de unas naciones sobre otras.
Los juegos de París en lugar de deslumbrar y distraer a los pueblos del mundo, están demostrando los fracasos del desarrollismo económico globalista: facilidad para paralizar las vías de comunicaciones y los medios de comunicación, parálisis de rutas aéreas y de ferrocarril, contaminación y degradación indisimulable del entorno biológico, como el famoso río Sena. Todo ello en una de las más  famosas capitales de las metrópolis mundiales.
En lugar de conseguir deslumbrar con los éxitos deportivos, con la hipnosis de la competitividad humana, han logrado despertar las conciencias sobre los peligros y desastres del actual modo de de desarrollo social.  Al mismo tiempo, hemos podido ver la fatuidad e irrelevancia de la grandeur nacional cuando todo el orden actual descansa en unas aplicaciones electrónicas falibles. Parece que los dioses, a los que bendecían con sus juegos los ciudadanos de la  Hélade, merecían más esos esfuerzos.