TREN NOCTURNO (1)
En el compartimento casi vacío de refleja su rostro casi infantil. ¿Es cierto o no que en esa fotografía inversa, ligeramente emborronada, destila la amarga soledad de la pérdida?
El tren invariable sigue su marcha.
Troc-troctroc-troctroctroctroc-troc-troctroc...
Troc-troctroc-troctroctroctroc-troc-troctroc...
Largas hileras de postes de la luz. ¡Ah, que mudos e inútiles parecen, como fantasmas, comparados con la luz de tu mirada en el rectángulo de la ventana acristalada, insonorizada, como si tratara de hurtarte del ritmo sonoro de la vida; igual que si quisiera protegerte del caos en que discurre la vida.
Y, sin embargo, esos ojos pequeños mantienen un destello de infinita alegría, de esperanza inmarcesible, chispas de luz en la obscuridad del compartimento.
La delicada compostura de tu cuerpo; los lacios cabellos; la serenidad de tu forma de vestir; las suaves manos sobre el regazo; el suave cuello ligeramente ladeado, robando fugaces instantáneas del paisaje alterado por el leve traqueteo del convoy que cruza la inconmensurable llanura de Castilla, campo eterno de trigales, madejas ya recogidas, brillantes, centelleantes gualdos campos que intercalan surcos de variados matices... y algunos árboles indistinguibles bajo la noche llana, manto de sueños, de tus sueños...
Troc-troctroc-troctroctroctroc-troc-troctroc...
Troc-troctroc-troctroctroctroc-troc-troctroc...
Disimuladamente te exploro. Escruto tu ser interno y me lleno de una intimidad de ti. ¿Cómo te puedo sentir así, tan cercana a mi corazón, a mi alma de perdedor infatigable, no resignado a creer que la cizaña mata todo el alegre grano de los campos? Tus ojos parecen centellear y lanzan sus saetas lúcidas a cada rasgo del paisaje. También siento el cálido beso de tus sueños, esperanzas e ilusiones. ¿Acaso no son las mismas que las mías? ¿No es cierto que yo también temo ese alborozo que lleva mis pulmones cuando cierro los ojos y te hago dentro mío, ya tú mía en lo hondo del pecho; ya yo tuyo para todos los tiempos. Y sólo ha transcurrido un instante, es cierto, desde que me fijé en lo particular de tu figura, en tu expresividad, reflejada en la ventana de este vagón que sólo ambos ocupamos en esta noche viajera. Es verdad, apenas hace un instante que descubrí tu esencia, y no obstante me aterra que en alguna incierta estación llegues a otro equivocado destino y no sea el mío.
Tren nocturno.
Troc-troctroc-troctroctroctroc-troc-troctroc.
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