Cuesta la vida, levantarse cada mañana y salir al mundo real, realidad que asusta.
Asusta la idea de fallar, de "no dar la talla", de no conseguir lo que uno quiere o esperan de él, de disiparse en sí mismo, de dudar en las decisiones, de tener miedo a las cosas que están por llegar.
Asusta el solo pensar que vas a perder lo que más quieres, el desconcierto de no haber hecho lo suficiente o de no haber luchado demasiado por tus sueños, asusta el volver y no encontrar lo que uno tanto anhela.
Cuesta aceptar en el amor lo que pudo ser y no fue, vivir con las cicatrices que dejan las heridas, recordándonos que seguimos vivos, cicatrices que hacen que nos demos cuenta, que a veces pasamos más tiempo del que debemos persiguiendo cosas que nos hacen daño y que muchas veces no son tan importantes como parecen.
Cuesta y asusta, pero hay que sobrevivir a la vida, a veces sin entenderla, solamente hay que sentirla, dejarse llevar por las buenas sensaciones que existen cada día, pensar lo justo, ni más ni menos, y disfrutar....porque la vida cuesta, pero vida solo hay una y merece ser vivida con ilusión, con deseo, con esmero, con sus trampas e intrigas, decepciones y tristezas, pero con confianza, honradez y humildad.
Vive tu propia vida y sé feliz, buscando la felicidad en tu interior, y recuerda que solo cuando cesan los deseos, se pierden las esperanzas de conseguir, que nuestra propia vida, nos cueste un poco menos cada día.
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