La irresistible corriente espacial

La declaración de Elijah Baley a Gladia Delmarre en Robots del Amanecer: "me avergüenza tener que reconocer que, en este momento, me daría igual que la Tierra estallase en pedazos con tal de tenerte a ti”, hace que nos inunde una corriente de simpatía hacia ambos personajes. Es una escena característica del romanticismo. El reconocimiento de la fuerza del amor.
Que Isaac Asimov lleve al futuro de los mundos planetarios la fuerza de esa corriente inicial que se transmite al lector y lectora, conduce a la reflexión sobre qué es ese algo devorador, que surge sin que haya decisión alguna por parte de los individuos y se ancla en el corazón con más fuerza que el efecto de la gravedad terrestre sobre los seres que habitamos el planeta Tierra. 
Los poetas llevan más de 8.000 años intentando descubrir qué tipo de fuerza magnética a dos seres humanos hasta el punto de perder todo interés por cuanto les rodea con excepción del ser amado. Se pierde la capacidad de concentración, la mente circula incesantemente en torno a la persona que de repente es más importante que uno mismo, el insomnio ocupa el lugar del apacible sueño, inclusive el apetito llega a desaparecer. Y, sin embargo, todo ser humano desea con toda la fuerza de su corazón amar y ser amado.
Por eso, Asimov nos deleita con la tortura interior, que se desarrolla paralela a la historia de ciencia ficción, de Elijah y Gladia, cuando lleva esa corriente magnética al espacio y al futuro. Y parecemos y nos rebelamos contra la idea de que ambos personajes, en lugar de buscar la forma de mantener y desarrollar su relación, se rindan, dejando escapar una ocasión única en sus vidas, una ocasión que se presenta en la vida  contadas veces. 
Termino recordando una estrofa de una hermosa canción que Janis Ian escribió en los años '70 del pasado siglo: "Veo tu rostro en cada pasillo; veo tu rostro en cualquier marco de cuadros. Amor, estoy volviendo a casa".