El edificio, aparte de los vigilantes hindúes está completamente vacío. Ellos caminan y abren las diversas estancias. El lujo y el exotismo de las paredes, cortinajes, vasijas, jarrones, cuadros, bibelots y diversos objetos decorativos ejercen una influencia narcotizante y sugerente sobre ambos.
Los salones con muebles exquisitos, tallas en maderas preciosas y elementos de carácter religioso van apareciendo a medida que abren puertas y ventanas. Aroma de sandalos perfumados. Los tejidos y cortinajes desprenden su propio olor y los bordados dorados sorprenden por su elegancia distinguida.
Hay salas anejas y un par de dormitorios; el mayor es más impresionante,ves el salón mogul.
Guy y Sarah van cogidos de la mano. La influencia del ambiente obra el efecto de una llave sobre una cerradura. Por fin, de una forma natural, se miran y expresan sentimientos antes reprimidos. Se sonríen. Sus ojos muestran una ternura suave y un brillo de apasionado deseo. Entre besos y caricias se desnudan. El áspero tejido de sus uniformes deja paso a la blanca piel desnuda, excepto en cara, cuello y brazos. Guy ha ido quitando la ropa a Sarah con el cuidado de un fiel sirviente; ella, más nerviosa le ha deshojado de las prendas como haría un adolescente enfebrecido por el deseo. Todavía de la mano han ido a la inmensa cama y se han tumbado. Él acaricia su cuello. Sarah se pone boca abajo. Los dedos de Guy se deslizan desde la raíz del cabello rubio hasta el sacro. El vello de los brazos de ella se erizan como si fueran algas liliputienses. Se estremece inundada de placer concupiscente. Se gira. Sus senos muestran la pasión. Guy la abraza y los besos funden sus cuerpos anhelantes. Llega la paz rotunda de los amantes. La larga ceremonia del amor borra cualquier recuerdo del tortuoso camino. El cielo del mediodía se transforma en una tarde suave y rojiza hasta hacer visible la luna del verano en la India.
Remembranzas de El cuarteto del Rahj
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales