Viejo diablo

"Písala más veces, hasta que sus cuatro neuronas ensucien el suelo" - le dijo.

"Písala tanto que no solo se vea incapaz de levantarse sino que además piense que hacerlo sería inútil. Será en ese momento cuando deje de existir y sea cuerpo en busca de esencia, algo material, perecedero, que espera su momento de perecer. Pocas cosas someten tanto a la propia voluntad como el orgullo. Si él te mueve, déjate mover, hasta que no sepas distinguir si actúas por decisión propia o... Qué más da, plantéatelo de este modo: sin sufrimiento no hay placer y es necesaria la fealdad para distinguir la belleza, ¿comprendes?" - aplastó su suela contra la acera una vez más, y otra, y otra, así hasta cinco veces.

"¿Qué bien puede hacer causar el mal? El mismo que causar el bien, es pura estadística, casualidades, gente que nace con estrella y otros estrellados, ¿sabes? No es un castigo divino, no es Dios quien se ocupa de estos problemas, porque Dios no puede ni debe estar en todas partes, no hay nadie que le informe de que aquí abajo hay unos cuantos de hijosdeputa viviendo como reyes"

"Pero la gente reza" - por primera vez abría la boca y aquel hombre con complejo de viejo y de diablo lo recibía con gesto indiferente.

"La gente también mata, viola, censura, roba identidades, bienes o éxitos. No hay diferencia. No siempre existen consecuencias y de qué sirve ser esclavo de las circunstancias, un atormentado del mundo en el que vive, que más que contemplarlo lo observa de vez en cuando con los ojos entrecerrados y que desvía la mirada hacia los libros, el arte, y la poca belleza que le queda"

"Pero yo solo soy un desenamorado" - aquel hombre de suela persistente se giró nuevamente y lo miró tratando de parecer sincero.

"Pero, pero, pero, pero... Muchacho, pero por ahí se empieza"