A cambiar la unidad de enseñanza (cole), todo cambió.
Ya no tenía tiempo ni de ir a jugar con los de mi edad.
A parte del tiempo que perdía con el transporte (debía coger un autobús que no tenía hora fija sino llegaba cuando quería el conductor: podría ser entre diez minutos, hasta una hora entre uno y el otro). Era bastante céntrico, en la zona conocida hasta hoy cómo “Budapesta”, aunque el restaurante que le dio el nombre ya no existe.
Y también, debía dedicarme aún más al estudio, ya que el nivel elevado de los alumnos y las exigencias de los profesores, lo requería.
Me adapté bastantes rápido a mis nuevos compañeros, a los profesores, a dicha unidad de enseñanza, que no solo era para los alumnos de cole, sino también por los de instituto: alumnos de todas las edades desde el primero de cole, hasta el segundo de Bachillerato.
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