ECO DE CORTÁZAR
(para ella)
A veces, maga, te siento tan lejana...
En esas noches de luna nueva, sin otra luz que buscar que las estrellas titilantes. ¿Dónde está tu voz que no sea en el eco de mi mente?
Soy yo quien está perdido, no tú; porque tú has sido más eco que voz desde hace tantos meses, que los calendarios han cambiado los paisajes nevados por las playas tropicales. Quién se ha perdido, maga, soy yo; yo cuando te he buscado con rabia, con dolor, con celos. Perdido, porque de tanto desear tu cuerpo ya no conozco otro cuerpo ni sé gozar de un beso. Sí, huérfano de ti, de tu mirada y tus labios. Estuve tan atento al fulgor de tus cabellos...
Aquella palabra perfecta. Tus fotos con la nieve en los hombros y tu gorro inocente. Cuando miras a la cámara, maga, se te ve el alma, la inteligencia cósmica que ha dejado de dar lecciones y ha dejado a los alumnos tan huérfanos como yo de tu gesto nacarado. Tus rosas serán perpetuas en el pupitre magistral.
¿Y tú, mientras apuras un cigarrillo en la habitación a oscuras, con el fuego puesto y el aroma de los troncos inundando cada rincón de la casa? ¿Tú, mi amor perdido, acaso no sabes que el tronco soy yo, el que se inflama, se hace blanquecino, hasta ser rescoldo; soy yo el humo del pasado, de tu pasado?
El viento apenas susurra monosílabos instantáneos.
A veces, maga estás tan lejana ... que sólo si cierro los ojos te siento conmigo, entrelazadas nuestras manos, desnudos en la cama, nuestros cuerpos alimentados de las brasas de mi necesidad hecha partículas diminutas... y yo loco de miedo por no querer perderte...¿o haberte perdido...?
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