Ana y Marcos llevaban diez años viviendo juntos y habían decidido en el.inivio de su relación amorosa no traer hijos a un mundo convulso. Habitaban una casa de dos pisos, con una amplia buhardilla.
Ana tenía una amiga de universidad llamada Yolanda. Su pareja, Rafael, también era conocido de Ana de la época de sus estudios universitarios. De hecho, los tres se doctoraron el mismo día y celebraron conjuntamente su graduación.
Los cuatro solían salir muchos fines de semana, e incluso veranearon juntos en varias ocasiones. Durante una conversación, tras una cena, plantearon la posibilidad de vivir los cuatro en la casa de Marcos y Ana en razón, sugerida por Marcos, de economizar gastos ambas parejas. Rafael y Yolanda ocuparían el piso superior, y Ana y Marcos seguirían en el piso inferior. De esta manera, la casa se convirtió en el hogar de los cuatro, de las dos parejas.
Una mañana, Yolanda y Ana estaban sentadas en unas hamacas en una cala charlando. Ana se levantó y fue a tomar un baño. A la vuelta, Yolanda le dijo a su amiga que tenía una figura muy atractiva. "No me extraña que Rafael te mire tanto". "Ah, los chicos ... ", respondió Ana, refiriéndose a Marcos y a Rafael, "Tú también le gustas mucho a Marcos; he observado muchas veces que se le van los ojos detrás de ti", añadió. "Menos mal que yo no soy la típica celosa..., ja,ja,ja,ja". "Tampoco yo lo soy", respondió Yolanda. "De hecho, tampoco lo es Rafael". "Lo mismo que Marcos; yo no soportaría vivir con una pareja posesiva". Las dos amigas se miraron y fue Ana la que ahondó la conversación y admitió: "Tú también tienes suerte. Rafael es un hombre muy atractivo". "¿Te gusta?", preguntó Yolanda. Ana asintió y respondió: "Desde la Uni". Yolanda se echó a reír y repuso: "A mí me pasa lo mismo con Marcos. Me gusta su forma de ser". "¿Y físicamente?", inquirió Ana. Yolanda miró a su amiga y respondió moviendo la cabeza de arriba abajo: "También, mucho. Creo que tienes mucha suerte con él".
Fue Ana la que planteó la posibilidad de compartir las parejas según la apetencia espontánea. Así acordaron hablar del asunto al día siguiente con ellos.
La noche siguiente, en el jardín, Yolanda sacó la conversación con Ana de la mañana anterior. Los dos amigos admitieron que las dos mujeres les gustaban; Ana y Yolanda propusieron que a partir de esa misma noche, cada uno de manera abierta decidiera con quien deseaba pasar la noche o varias noches si lo querían así.
A lo largo de los días, los cuatro hablando sobre la experiencia, se fueron cuenta de que el deseo obedecía a algo más y profundo, que había ido materializándose a lo largo de los años de relación. El deseo y el amor fueron yuxtaponiéndose, condicionándose hasta generar un sentimiento mutuo de amor emocional y sexual entre Rafael y Ana, y Marcos y Yolanda, sin que mermará el que había surgido anteriormente entre las dos parejas.
Las ideas preconcebidas y los prejuicios habían sido erosionadas por la fuerza de los deseos libres y los sentimientos honestamente admitidos.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales