PANDORA y el viejo mundo

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Ethel se sentó en el circulo de arena cruzando las piernas; frente a ella las brasas. Yo soy Pandora, dijo. El anciano, viniendo del poblado de los cazadores, la señaló con dedo acusador: Eres el mal absoluto. Traes las desgracias al mundo. Ethel mostró el cofre sellado al anciano. "Este es el mal absoluto. Quien lo construyó introdujo en él todos los males del mundo. Prometeo me lo dio en custodia cuando se apoderó del fuego de los dioses". El viejo con el rostro congestionado, nervudo, grisáceo, tartamudeando gritó: "Tú serás la responsable de liberar los males". Ethel cogió el cofre y lo lanzó a las brasas, donde comenzó a desintegrarse al tiempo mirando a los ojos al anciano barbudo dijo: "Yo soy Pandora, la esperanza del mundo". Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el poblado de las mujeres, mientras los cazadores rompían sus arcos y lanzaban las flechas al fuego en que se consumían los restos del cofre.


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