Enamorarse es una locura, es dejarse llevar por el tren de los sueños, deslizarse por el trampolín de las fantasías, el frenesí de las pasiones; desear la conexión permanente con el ser amado, fusionarse, integrarse, por la vía de los sentimientos compartidos, en lo emocional del otro, en sus sensaciones espirituales y en las físicas como un todo unido.
Es una contradicción, pero no antagónica, puesto que el yo deja de ser un yo separado para buscar ser una parte del otro. El enamorado es un ser dividido. Amanece en el pensamiento del otro; anochece y el último pensamiento es para el sujeto amado; órbita en torno al ser amado, a su existencia en él; deja, un poco, de ser uno, para de dos con ella o con él.
Humberto Eco en El nombre de la rosa retrata esa locura del amor y la describe con palabras ajenas. Miles de páginas, centenares de películas, y obras de arte se han rendido a esa poderosa máquina de vida que es el amor.
Efectivamente, si no se ha conocido el amor, lo que es estar enamorado, no se ha vivido en el.pleno sentido de la palabra VIVIR.
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