Merecidas vacaciones 2 - En la fiesta

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
4699 visitas

Marcar como relato favorito

Ya estaba en la fiesta, el ambiente prometía mucho, mucha gente divirtiéndose, buena música, tragos, todo muy bien. Pero la imagen del chico viniéndose en sus pantalones venia de manera recurrente a mi mente y hacía que mi tanga se mojara. Pensé entonces que ir al baño y pasar un tiempo conmigo podía ayudar a bajar mi temperatura.

Entré al baño y una chica preparaba unas líneas en la mesada frente al espejo. Ella se inclinó para inhalar, yo no lo pensé y ella nunca lo espero, casi en un solo movimiento subí su falda y bajé su tanga, para cuando ella se dio cuenta, mi lengua recorría sus labios mayores. Ella lo recibió muy bien y abrió las piernas tanto como su diminuta ropa interior, que estaba a la altura de las rodillas, le permitía y arqueo su espalda dándome acceso completo a ella. Mi lengua se ocupaba de su clítoris mientras en su vagina entraba un dedo de mi mano izquierda y luego dos. Lo estábamos disfrutando las dos, ella no podía moverse y yo estaba completamente mojada, comencé a tocarme y enseguida acabé debido a lo excitada que estaba. Yo tenía completo poder sobre ella y ella estaba totalmente entregada a mí, estábamos completamente abstraídas, comencé a lamer su culito y metí un tercer dedo y ella soltó un gemido corto, mezcla de sorpresa y placer, fue ahí cuando me di cuenta que había gente mirándonos, algunas chicas festejaban su goce, otras se tomaban sefies, otras nos filmaban. Ella arqueo más su espalda, mientras mi mano izquierda iba a su vagina, mi lengua volvió a su clítoris y el dedo mayor de mi mano derecha fue a su ano y luego el índice, se escuchaban arengas, gritos, festejos y las luces de los celulares no paraban de destellar, incluso alguna chica se animó a acariciar mis tetas. Sus piernas comenzaron temblar, me pare y aumente el ritmo ella no podía para de gemir, aumenté más el ritmo y el placer fue tanto que no pudo contener su orina. El baño, abarrotado ya de gente, lo festejo como una victoria. Saqué mis dedos y se los metí en la boca, ella no pudo hacer otra cosa que lamerlos, le di un par de palmadas en las nalgas, acomodé mi ropa y me fui. Cuando salía del baño ella continuaba con el torso en la mesada, la falda en la cintura y la tanga en las rodillas, sus piernas temblaban como si no pudiera parar de gozar

Otra vez en la pista, y con su sabor en mi boca aun, pensaba que otra vez lo había hecho, el problema es que ahora sabía que ni mis mejores caricias me iban a calmar. Otra vez había salido victoriosas, esta vez necesitaba ser vencida, pero ser derrotada de manera aplastante.

Me dirigí hacia un grupo de chicos que estaba en la barra, le dije a uno de ellos “invítame un trago” a lo que él respondió que estaba con su novia, ella enseguida se acercó y él me dijo que uno de sus amigos me podía invitar, su novia supo enseguida que el hecho que yo supiera que ella existía no me detendría, ni siquiera que ella este presente me detendría, así que se lo llevó de inmediato.

Enseguida uno de sus 3 amigos me preguntó si quería un mojito o un daiquiri a lo que respondí “mejor un tequila, quiero sacar un gusto dulce que llevo en mi boca” creo que ellos no lo entendieron. Charlamos un rato, bailamos los cuatro, yo lo hacía tan sensual como podía, buscaba continuamente los roces y el contacto con sus bultos cada vez más hinchados. Sabíamos, al igual que todos los que nos vieran, que no era ese el lugar donde debíamos estar, nos fuimos al apartamento que uno de ellos alquilaba. Ya en el auto las caricias y los besos abundaban. Casi no habíamos salido del estacionamiento y yo ya estaba desnuda y en el asiento de atrás nos dábamos sexo oral, Juan que manejaba se masturbaba mientras nos miraba por el retrovisor. Les pregunté si tenían condones, me dijeron que no y les sugerí un lugar donde podía haber, en realidad no era protección lo único que busca, para llegar había que atravesar el centro de esta ciudad que no volvería a ver, así extender este maravilloso viaje y pasearme desnuda, me daba mucho morbo la humillación de ser exhibida como una puta.

Era una fantasía que tenía hace mucho tiempo y claramente en mi pueblo jamás iba a poder realizar. Al llegar al quiosco que a esa hora atendía por una pequeña ventanita, Miguel paso al volante y Juan bajo a comprar. Cuando estaba pidiendo los preservativos saque la mitad de mi torso completamente desnudo por la ventana y con dos dedos de Andrés dentro de mi vagina, le grite “compra 2 cajas de las grandes, porque me van a tener que coger mucho” solo para ver qué cara ponía el vendedor.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed