Alta Mar 2/2
Por El Peregrino Oscuro
Enviado el 24/08/2024, clasificado en Terror / miedo
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Fue entonces, cuando segundos después comenzó la pesadilla, en la que aún me siento inmerso cada vez que veo el océano.
Poco después de terminar, sentimos un leve golpe bajo el casco del barco, como si algo de tamaño considerable estuviese rozándolo por la parte inferior. Luis y yo nos miramos, nuestros corazones se aceleraron al sentir un chapoteo intenso a nuestra espalda, seguido de varios golpes más a la cubierta del barco. En esos momentos, no sé por qué, pero creo que ambos nos vinieron a la mente las historias del viejo Carlos.
- ¡Rápido, enciende motores y salgamos de aquí! – gritó Luis, con cierto tono de miedo en su voz.
Hice caso a su consejo, entré en la cabina del barco, encendí lo motores y comencé a acelerar.
No sé en qué momento ocurrió, pero de entre las aguas negras vi una sombra, una forma extraña que saltó sobre el barco, cayendo directamente sobre Luis.
Sus gritos se mezclaron con el sonido del motor del barco, todo ocurrió demasiado rápido. Mi única opción de salir de ahí con vida, era la de enfrentarme a lo que quiera que el mar hubiese vomitado sobre el barco, directamente de las profundidades abisales. Con ese pensamiento, detuve el barco y busqué algo que pudiese usar como arma. A mi derecha encontré una palanca de metal, cerré mi puño sobre ella y con mi corazón a punto de explotar dentro de mi pecho, abrí la pequeña puerta de la cabina del barco.
El silencio de la noche era roto por un gorgoteo repugnante, lo que hizo que en mi mente se volcasen nuevamente las historias del viejo Carlos, sobre criaturas del fondo oceánico de formas grotescas. Sentí también un lento arrastrar húmedo por la cubierta del barco, acompañado de unos golpes secos y rítmicos, posiblemente, serían algún tipo de extremidad repugnante, que ayudaba a la criatura a moverse fuera del agua. Sentí la adrenalina correr por mis venas, como el veloz galope de un pura sangre. Cerré más aún mi puño alrededor de la palanca y avancé con pasos lentos e inseguros.
Pocos metros después llegué donde había fallecido el pobre el Luis, lo encontré tendido sobre la cubierta que se teñía de rojo. A duras penas pude contener una arcada al ver lo que quedaba de él. Aquella criatura se había cebado con su cuerpo, reduciéndolo a poco más que un montón de restos rojos, húmedos y gelatinosos.
Un ruido hizo que me exaltara y giré sobre mi mismo para contemplar el horror recortado contra la luna, sobre la pequeña cabina del barco. Allí encima, se encontraba aquella criatura de las profundidades, demasiado oscuro para ver sus facciones con claridad, pero lo suficiente para ver su forma horrenda.
Un fugaz vistazo fue suficiente para contemplar, horrorizado, sus miembros tentaculares y viscosos, su cuerpo hinchado y deforme, cubierto por completo por lo que un primer momento deduje que eran algas y pequeños moluscos. Aquella criatura emitió algo parecido a un grito de rabia ahogado hacia mí, luego, sin tiempo a más, saltó y cayó sobre mí. Intenté cubrirme con los brazos y la palanca de forma inútil, pues el tamaño y el peso de la criatura hicieron que cayese debajo de ella, golpeando mi cabeza contra la cubierta del barco.
Aturdido, forcejeé como pude tratando de librarme del repugnante y húmedo abrazo de la criatura, ya que, a parte de sus extremidades principales, vi como de su vientre emergían una multitud de pequeños tentáculos más, recubiertos de lo que parecían pequeñas púas, que, al contacto con mi piel, sentía clavarse en mi cuerpo.
Emití un grito ahogado de dolor, forcejeando nuevamente con la criatura, de nuevo en vano. Vi como abría su boca, de la cual cayeron unas densas y malolientes babas, a la vez, que muchos pequeños tentáculos emergían de ella y tocaban mi cara con su nauseabundo olor. Aquellas fauces pestilentes parecían el mismo abismo, más aún, cuando dejó al descubierto varias hileras de dientes, con lo que supuse que serían algunos restos del pobre Luis entre ellos.
El abrazo de la criatura se intensificó hasta el punto de ser casi imposible respirar, sentía como se escapa mi vida entre aquellos asquerosos tentáculos. Luego, la criatura y yo cruzamos una mirada fugaz.
Sus ojos… aquellos ojos… aquella mirada… eran como…
Lo que ocurrió después, es algo que no podré olvidar jamás y es algo que no contaré aquí, pues sé que difícilmente podré plasmar con palabras lo acontecido sin que me tomen por un demente. Pero diré, que aquella noche en alta mar, descubrí dos cosas.
La primera, es que hay cosas aterradoras e incomprensibles en las profundidades abisales, donde extrañas criaturas habitan y comparten el mundo con nosotros y puede que tal vez, se esconda algún tipo de poder ancestral, moldeando y dando vida con formas extrañas.
Y la segunda cosa es, que ahora, después de tantos años, se con certeza lo que le ocurrió y dónde está mi padre…
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Puedes escuchar este relato en audio en mi canal de Youtube:
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