Lavando el auto... y algo más

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Hoy, temprano en la mañana, fui a lavar mi auto donde siempre. Tengo 50 años, blanco, de cabello corto, entrecano, de verdad nada fuera del otro mundo. Me sorprendió ver a este chico nuevo, si acaso 20 añitos, cabello negro abundante, tez clara, cejas gruesas y buenas piernas. Cargaba un pantaloncito colorido que le marcaba su culito pequeño y redondo, redondito. Piernas lampiñas y descalzo. Apenas llegué le clavé la mirada de la manera más morbosa posible.

todo el rato que me quedé esperando el auto, por momentos subía la mirada y ahí estaba él, estirándose, agachándose y meneando ese culito. Lo peor es que cada vez que yo podía, le sostenía la mirada fijamente.  Finalmente, cuando terminó, le di una extra grande propina y me sostuvo la mirada fijamente. Le di las gracias y lo felicité por su "buen trabajo".

No pasó ni una hora cuando recibí un mensaje en mi teléfono diciendo que era Eric, el chico del lavauto, que se ponía A MIS ORDENES.  A buen entendedor, pocas palabras.  Le dije que con gusto lo invitaba a almorzar. Cuando lo recogí, a media cuadra del trabajo, solo le conversé alguna tontería y me fui directo al motelito cercano.

Nos encueramos rápidamente y lo primero que hice fue apretarle el culo con suavidad. Unas nalgas musculosas y firmes, pequeñitas, masculinas, redondas. Nos metimos al baño y ya teníamos la verga dura. La de él parada media sus buenos centímetros, rectecita, cabezona, incircuncisa como una piedra y la mía, golosa por cogérmelo.

Nos metimos al baño y comenzamos a restregarnos. Yo velludo y el totalmente lampiño. El jabón hacía que mis manos resbalaran por sus piernas musculosas y sus nalguitas. El me agarró la pinga y se arrodilló a chupármela. Cuando se puso de pie me metí la verga completa dentro de mi boca, hasta los huevos. A la vez comencé a hurgarle el culo con un dedo, lo que hizo que apretara con fuerza.

Volví a arrodillarme y le comencé a chupar la verga con ganas, masajeándole los huevos, Tenia los vellos largos y me encargué de babearlo todo, metiendo y sacando la verga hasta que se vino con un chorro de leche espesa, gruesa. Mientras tanto, con la calentura que tenía mientras me pajeaba, me desleché solito.  Fue tan intenso todo que no puedo dejar de pensar en ese culeo tan rico de hoy en la tarde.


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