Seydou y sus discípulos

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El otro día nos invitaron a un tardeo en la finca de un colega. Buenas cervezas artesanales y buen vino de la casa. La cosa empezó tranquila; conversaciones interesantes, presentaciones, jiji, jaja... y allá al atardecer con una luz rojiza que invadía los espacios que antes fueron sombras, empezaron unas melodías que surgían de las manos y de la creatividad única de aquél momento.

Seydou, el maestro de la percusión, comenzó lentamente a acariciar su 'djembe' como si buscara una comunicación, arrastraba sus manos por la sedosa piel, extrayendo los sonidos recién creados y dispersando toda la armonía posible. Sus discípulos esperaban la señal para integrar sus melodías con sus propios djembes. 

Nosotros tomamos asiento y las cervezas y los vinos circulaban a buen ritmo. 

Juanito el Sabio, un personaje iniciado por los chamanes de México, introducía una doble composición que elevaba el tono y liberaba la conciencia. 

Seguían la enseñanza del maestro que habían practicado a lo largo del año anterior. 

También estaba presente la Dama Elevada, de nombre Susa que pasaba más tiempo en el cielo que en la tierra. Sus conocimientos dejaban huella. Se encargaba de dar consistencia a las notas que fluían en el espacio para que perduraran durante toda la sesión. 

Y a continuación estaba el cuarto integrante, Davis el catador, acariciando su djembe para sacar las notas más bajas posibles. El antiguo instrumento estaba elaborado con madera de iroko y piel de origen desconocido. Su simbología representa la unión de la naturaleza con el espíritu.

En un momento dado observé la cara del maestro que parecía estar atónito con el sonido, sus tres discípulos se esforzaban, pero cada uno iba a su bola, era como si no creyesen en el ritmo. Yo miraba y la verdad creo que iban un poco alterados, pero las manos seguían al ritmo de una mente que daba la impresión de estar afectada por las sustancias.

Las cuatro fuerzas que emanaban de la música se absorbían unas en otras. El elemento "tierra" sonaba como las montañas cayendo, derritiéndose con ruidos extremos de baja frecuencia que hacían palpitar el corazón. Quizás las cookies mágicas de Thierry tenían mucho que ver.

Este elemento fue absorvido por el elemento "agua". Por todas partes el estado acuoso fluyendo de un lado a otro. Las cervezas y el vino no dejaban de circular.

El ritmo poco a poco subía de nivel cuando al elemento agua no le quedó otra que diluirse en el elemento "fuego". Cuanto más chupabas, más humo que subía y subía como una evaporación que todo lo envolvía, apareciendo una nueva sensación de armonía.

A continuacion, y en el sumun de la energía musical, este elemento fue disuelto en el elemento "aire", que lo absorbió y lo desintegró en el elemento "espacio". 

El maestro Seydou, dió el último toque al djembe y la sesión finalizó diluyéndose en el espacio y en la conciencia de todas las energías creadas para aquel momento.

Mientras tanto, nosotros seguimos practicando con el elemento acuoso (cerveza) y el elemento fuego en forma de "humito", sin olvidar el elemento tierra manifestado en una "tarta de queso con cobertura de naranjas amargas de Sevilla".

Ocurrieron más cosas, pero nadie las creería...

 

 


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