Pero, no solo conmigo se portaron bien. Una vez conmigo, empezaron otras dos alumnas nuevas: la Livia y la Monica. (Livia, por un tiempo, fue la que se sentaba a mi lado, ya que los “pupitres”*, tenían doble plaza.
La que más entusiasmada se mostró conmigo, fue la que llevaba el apodo de “Melocotonita”. Tenía una cara muy redonda, roja que contrastaba con el pelo rubio.
Era muy simpática. De vez en cuando llevaba una guitara y cantaba.
Me dijo: “Que contenta estoy contigo. Ahora cuando hacemos la fila a la hora de educación física, ya no soy la primera. Serás tu.”
Efectivamente. Yo era la persona con menos altura entre las alumnas de la clase.
La diferencia entre yo y ella era de media cabeza.
A otro cole, habían muchas alumnas que yo delataba en altura, pero aquí eran muy altas.
Yo parecía una niña entre adultas.
*pupitre se llama aquella mesa con espacio para poner la maleta
va a continuar...
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