Desde esta altura preñada de nubes grises te digo hasta luego Inglaterra. Perfilada la costa de Bournemouth ya somos ciudadanos de la mar. En medio del mundo del agua no hay fronteras ni pasaportes, no hay más lengua que la brisa y el olor del salitre, ni otra bandera que el sol.
Podrías haber sido mi patria como cualquier otro lugar. Donde caminan las piernas, es donde se encuentra el hogar de los desarraigados pilotos de la tormenta. Nos acomodamos en el lugar donde nos abracen otros corazones cálidos. Y abandonamos sin mirar atrás aquellas tierras que señalen los caminos con alambres de espinos, que dividan territorios, donde se impartan destinos y las leyes se labren en piedra.
No hay ataduras para el corazón libre y apasionado que sólo se guía por el brillo de las estrellas en la noche.
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