Hola Alfredo,
Espero que estés bien y que todo en tu vida esté marchando como lo deseas. No sé si este es el mejor medio para hablar de lo que tengo que decirte, pero siento que es necesario. A veces, las palabras que no se pronuncian en persona encuentran su manera de salir en el papel (o en este caso, en un correo electrónico). Quiero ser completamente honesta contigo, no solo porque lo mereces, sino porque yo también me lo debo a mí misma.
Alfredo, han sido años especiales y difíciles al mismo tiempo. Cuando te conocí, nunca pensé que me aportaría tanto tenerte en mi vida. Eres un hombre maravilloso, lleno de inteligencia, bondad, y una generosidad de espíritu que pocas veces se encuentra. Lo que vivimos juntos me ha marcado de una forma que no puedo describir con palabras. Te tengo un aprecio inmenso, pero también sé que hay cosas que necesito decirte, aunque me cueste.
Sabes que siempre he sido una persona independiente, alguien que ha trabajado toda su vida para alcanzar lo que tiene. A lo largo de los años, me he acostumbrado a ser la que cuida de los demás, la que ofrece apoyo y una mano amiga. Contigo no ha sido la excepción. Me diste un tipo de compañía que necesitaba, un amor que me hizo sentir viva nuevamente. Pero con el tiempo, empecé a darme cuenta de que, por más que valoraba todo lo que teníamos, algo dentro de mí seguía inquieto, insatisfecho.
Hace unos meses, decidí que necesitaba hacer algo diferente, algo solo para mí. Comencé a ir al gimnasio en mi barrio. No fue una decisión planeada ni algo en lo que pensé demasiado; simplemente sentí la necesidad de cambiar, de moverme, de hacer algo que me conectara conmigo misma. Allí conocí a Luis, el entrenador. Es un joven de 23 años que, con el tiempo, empezó a significar mucho más para mí de lo que podría haber imaginado.
Luis es todo lo que tú no eres, y no digo esto para hacer comparaciones o para disminuir lo que hemos compartido. Pero con él, siento una ligereza que no había experimentado en años. Es joven, despreocupado, lleno de vida y de una energía que me contagia. Desde el primer momento, hubo una conexión entre nosotros, algo que no había sentido en mucho tiempo.
Al principio, no lo reconocí. Pensé que solo era una buena amistad, alguien con quien compartir una charla después de entrenar. Pero con el tiempo, esa amistad se convirtió en algo más. Empezamos a salir fuera del gimnasio, a conocernos mejor, y antes de darme cuenta, estaba envuelta en una situación que nunca imaginé vivir.
Sé que esto te duele, Alfredo, y no hay excusas que puedan justificar lo que he hecho. Lo último que quiero es lastimarte, pero siento que ya te he lastimado con mi silencio. No quiero que sigas viviendo en la oscuridad de mis verdaderos sentimientos.
Con Luis, siento que puedo ser yo misma, sin las expectativas que conlleva ser una mujer de 53 años con una carrera estable y una vida aparentemente ordenada. Con él, no soy la Carol que trabaja en el Ministerio, ni la Carol que ha logrado todo lo que una mujer de mi generación debía lograr para ser considerada exitosa. Con Luis, soy simplemente una mujer que aún puede sentir, que aún puede desear, y que aún puede amar, aunque de una manera distinta.
No soy ingenua, Alfredo. Sé que lo que tengo con Luis no durará para siempre. Es joven, y yo soy consciente de que la diferencia de edad y las circunstancias de nuestras vidas eventualmente nos llevarán por caminos distintos. Pero en este momento, lo que importa es cómo me hace sentir. Me ha devuelto una vitalidad que pensé haber perdido, y por eso, no puedo arrepentirme de lo que hemos compartido.
Quiero que sepas que esto no significa que no te aprecie, o que no valore lo que hemos vivido juntos. Al contrario, eres una de las personas más importantes en mi vida, y siempre lo serás. Pero también sé que no es justo seguir adelante sin que sepas la verdad, sin que entiendas por qué me he distanciado.
Alfredo, mereces alguien que te ame plenamente, que esté dispuesta a construir un futuro contigo sin reservas, y yo, en este momento, no soy esa persona. No sé si alguna vez podré serlo, porque lo que siento por ti es cariño, un cariño profundo y sincero, pero no es el tipo de amor que tú mereces. No puedo seguir viviendo una mentira, ni hacerte creer que algún día todo será como antes, porque ya no lo es.
No espero que entiendas completamente lo que estoy diciendo, ni que aceptes mis decisiones sin dolor. Pero quiero que sepas que todo lo que he hecho, lo he hecho buscando ser honesta conmigo misma. Espero que algún día puedas perdonarme por no haber sido lo suficientemente valiente para decirte esto antes.
Alfredo, siempre tendrás un lugar en mi corazón, y deseo con todo mi ser que encuentres la felicidad que mereces. No quiero que sigas atrapado en un pasado que ya no puede ser, ni que pierdas la oportunidad de vivir una vida plena por aferrarte a algo que se ha desvanecido.
Te mando un abrazo enorme, y espero que algún día podamos encontrar la paz en esta situación. Siempre desearé lo mejor para ti, y estaré agradecida por todo lo que has significado en mi vida.
Con cariño,
Carol
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