Exploro tu entorno. Exploro tu figura. Exploro tu cuerpo. Exploro tu rostro...
Tu magnífica soledad en el paisaje lunar. Cielo inmenso en el inmenso azul sin una nube, sin el titubeo de alguna línea de niebla, lechosa marca cómplice. La otra línea es una franja de otro azul; un azul intenso, oceánico, prometedor, con el beso parcial espumoso, discreto pero alterado...como tú, igual que vos, vos igual de firme en la línea de tu boca. Tus labios son seguros, con una carnosidad que hay que ganar y no se entrega: no hay otorgamiento si no es mutuo y profundo, tan firme como tu mirada inteligente y honda. Firmes -seguros- los labios; firme la mirada profunda como la noche, íntima e inquisitorial, retadora y sabía. La mirada que habla por sí misma y de sí misma. Exploro y soy explorado bajo tu mirada penetrante. Un escalofrío de placer viendo tu cuerpo. Se ve suave y sedoso. Tremendamente femenino, tan lunar como la bella silueta nocturna del satélite alrededor del cual gira mi mundo. Caminante de tu cuerpo, bebí de él en esa foto y suspiro adolescente...de nuevo.
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