Encontré el diario de Carliños, un personaje que había entablado una amistad ilusoria con un extraterrestre originario de la galaxia vecina Andrómeda. Había inventado una máquina que le permitía "especular" sobre como sería el alienígena.
Parece ser que tiene físico como nosotros, leo en el librito, pero mide un milímetro de alto y medio de ancho, no tiene extremidades, tampoco tiene cabeza, ni ojos, ni boca, no come, no huele (...)
Pero es una inteligencia, sigo leyendo, y se adapta a cualquier medio. Su mente, al no ocupar mucho espacio "reside" en el milímetro, mientras que nosotros necesitamos el cuerpo físico para albergar la mente. Decir que el ser del espacio tiene ojos o cuerpo con extremidades (de tres dedos, claro), es imaginar poco.
El ser existe, pero aún no sé cuál es el objetivo de su existencia, comenta en el diario, él tampoco sabe nada de nosotros, y si lo supiera, no entendería nada. Es más, creo que la comunicación sería poco probable, ya que nuestro paradigma poco tendría que ver con el de ellos.
Y si por casualidad hay un "translate" pués a ver qué pensará cuando descubra que adoramos a un ser, que también lo ha creado a él y que ese ser, es el sentido de nuestro destino después de la vida.
Pero resulta que ellos no tienen conciencia de la muerte, especuló el diario. Parece ser que algo tan importante en nuestra existencia como es la impermanencia, no tiene consecuencias en su realidad.
¿Serán los inmortales? ¿Para qué querrán la vida? Se pregunta en el diario una vez más.
Bueno, nosotros no sabemos por qué vivimos, parece que no tenemos ni idea de qué es la vida. La tratamos de manera irrespetuosa, podemos matar y matarnos a nosotros mismos por pura diversión.
A veces me da la impresión, continúa diciendo el diario de Carliños, que vivir una vida en esta realidad es un castigo, pero no diré que hay alguien que nos castiga, es peor, somos nosotros mismos. Nadie ha venido aquí a retorcernos la vida. Nos la jodemos por aprendizaje, por una educación y por unos valores que fomentan vidas desastrosas: competencia, ego, soberbia, ricos, pobres... Un auténtico mar de todo lo peor creado por nosotros, para que lo vivamos y lo disfrutemos.
Y ya, llegados al capítulo cinco del diario, aparece el extraterrestre, en la forma de un dado del parchís de la abuela, que un día se perdió por ahí.
Noté como me llamaba el dado, escribió Carliños en color rojo y subrayado. Era una atracción incontrolable hacia el cubito que llevaba tanto tiempo extraviado, que enseguida supe que el de Andrómeda estaba aquí. Cogí el dadito blanco que estaba en el nivel bajo de una librería y lo puse sobre la mesa. El uno me miraba, con el cinco y el cuatro que parecían querer salir del cubito. No sabía qué decir, pensé que cualquier comunicación sería imposible..., así que esperé.
Cuando volví a la mañana siguiente, el dado estaba de manera diferente. El seis me miraba y le flanqueaban el dos y el tres. Tomé notas y me fui unas horas, volví y allí estaba la nueva posición, el cinco arriba, acompañado del cuatro y el uno. Fui apuntando cada vez que volvía y creé un sistema de interpretación de las posiciones del dado.
Pasaron tres meses y aquí está el mensaje del vecino de galaxia, que se pasó por aquí y tomo conciencia en un dado extraviado.
"Sois de lo mejor de todos los mundos que conozco, divertidos, cachondos, sanguinarios, asesinos, genocidas... Ya nos gustaría a nosotros estar tan evolucionados. Además, no os vais por ahí, ¿Para qué? Si aquí hay de todo. Nunca pensé que nosotros fuéramos tan aburridos, esto de vivir tanto tiempo nos hace gilipollas. No cambiéis, al contrario, aumentar un poco la gresca, para que la palmen unos cuantos más. Qué fantástico vivir del sufrimiento de los demás. No os deseo una vida en paz como la nuestra, qué tostonazo, ni tampoco el conocimiento acumulado a través de los eones, sería horrible. Espero que os jodáis todavía más para saber si por ese camino alcanzáis la plenitud."
Firmado:
Dadito Resplandeciente
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