Culpable

                      CULPABLE 

¿Entender es perdonar o perdonar es entender?, se pregunta la escena final de Mujeres Culpables, de Robert Wise. El enfoque de Eise y el guionista es (tal vez ya lo eran en su momento para una minoría más ilustrada y reivindicativa) obsolescente. Nuestros criterios, por fortuna, han cambiado notablemente desde entonces, aunque nos hacen reflexionar. Algunas conclusiones: 
Las lágrimas que importan son las que no se ven. Los espejos deforman siempre las imágenes. Las imágenes no muestran fielmente la realidad. El silencio equivale a las palabras, cuando la discreción es la que causa menos heridas. No siempre estamos, unas y otras personas, calificadas  para entender a fondo los motivos de nuestros actos. Muchos actos no son fruto de una libre elección, sino de una elección entre males.
Vivir del "mal menor" es una desgracia; no obstante, las situaciones no las elegimos plenamente, ¿por qué habríamos de ser jueces sumarísimos en casos de fuerza mayor?
No es hipócrita quien habla a los bosques y calla a los oídos sordos. Cada concepto se compone de varios condicionantes. La mentira no es vivir. Pero la mentira más reprobable es llamar hogar a las cárceles de la costumbre.
Las sombras y los ecos no son la realidad: son proyecciones inexactas. El filtro de nuestras razones ya están viciados por los conceptos aprendidos, que condicionan nuestros juicios. No hay que juzgar una película por el cartel o las opiniones que no sean las nuestras propias. Las opiniones que hoy tenemos no son las que teníamos, no son las que tendremos más adelante: somos individuos que vamos desarrollando la consciencia a base de los conocimientos empíricos de la realidad; si la realidad es cambiante, nuestras conclusiones lo deben ser también. No hay que temer derribar los viejos ídolos que erigimos en su momento. Lo único eterno es el cambio permanente.