Entre Dos Secretos: El Peso del Ayer y Hoy - Parte I
Por Carol178
Enviado el 09/09/2024, clasificado en Amor / Románticos
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Parte I
A veces me pregunto cómo he llegado a este punto. A mis 53 años, parece increíble que esté viviendo este enredo de secretos y mentiras. Quizás lo que más me sorprende es que, después de todo lo que he pasado, aquí estoy, caminando en la cuerda floja entre dos relaciones que no deberían coexistir. Y lo peor de todo es que ni siquiera sé cómo me siento al respecto.
Llevo un año con René. Él tiene 35 años, 18 menos que yo. Es joven, guapo, lleno de energía, y es mi compañero de trabajo en el Ministerio Público. Aunque nos llevamos muy bien, y lo quiero, he decidido mantener nuestra relación en secreto. No quiero que haya habladurías en la oficina, no quiero que piensen que he perdido la cabeza o, peor aún, que me miren con lástima. A veces me pregunto si René entiende por qué hago esto. A él parece no importarle tanto, pero siempre hay esa ligera tristeza en su mirada cuando le digo que no podemos ser más abiertos en público. Lo más cerca que ha estado de mi vida personal es conocer a mis hermanas. Les he presentado a René, pero como si fuera solo un amigo. Aún no saben que es mi pareja, y no estoy segura de cuándo o si se los contaré.
Vivo con mis dos hermanas y el hijo de una de ellas. Es una vida tranquila, en apariencia. René suele ir a cenar conmigo o al cine después del trabajo, también a veces hacemos compras juntos. Es nuestra rutina, una rutina que, hasta hace poco, me hacía feliz. Pero todo eso cambió cuando Héctor apareció de nuevo en mi vida.
Héctor fue mi novio en la universidad. Convivimos juntos durante siete años en Junín, donde creímos que íbamos a construir una vida. Pero todo se derrumbó cuando le descubrí una infidelidad. Lo dejé sin dudarlo y me fui, pensando que había cerrado ese capítulo para siempre. Desde entonces, ha pasado mucho tiempo. Héctor se casó, luego se divorció, y ahora tiene un hijo de siete años que vive con su exesposa en Junín. Pero hace poco llegó a Lima por un proyecto en el Ministerio de Economía y Finanzas, un trabajo que le paga S/ 25,000 al mes. Esa cifra se me queda grabada en la mente, especialmente cuando la comparo con mi sueldo de S/ 6,000 o el de René, que apenas llega a los S/ 2,000. No debería importarme tanto, pero de alguna manera lo hace.
Cuando Héctor me contactó al llegar a Lima, no supe qué hacer al principio. Estaba sorprendida, pero también curiosa. Acepté verlo, pensando que era solo una reunión inocente para ponernos al día. Y lo fue, al principio. Hablamos de nuestras vidas, de su hijo, de su exesposa, de mi trabajo, y de cómo habíamos cambiado. Pero pronto empezó a invitarme a salir con más frecuencia, y yo comencé a ponerle excusas a René. Me decía que no era gran cosa, que Héctor solo era alguien de mi pasado y que no debía preocuparme por ello.
El problema es que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), donde trabaja Héctor, está muy cerca del Ministerio Público, donde trabajo yo. Eso hizo que nuestras salidas fueran más fáciles de planear y, a la vez, más complicadas de esconder. Con René también trabajo codo a codo, y no podía evitar sentir que, en cualquier momento, todo podría salir mal. Pero, aun así, no pude detenerme. Héctor siempre tenía algo que decirme, algo que contarme, y cada vez me resultaba más difícil decirle que no.
La primera vez que Héctor intentó besarme, lo rechacé. Fue un reflejo, una reacción automática. Sabía que no estaba bien, que no podía traicionar a René, aunque nuestra relación fuera un secreto. Pero entonces Héctor volvió a intentarlo, y esta vez no lo detuve. Me dejé llevar, diciéndome a mí misma que no era tan grave, que no quería preocupar a René innecesariamente. Desde ese momento, Héctor y yo comenzamos a salir más seguido, en secreto. Me decía a mí misma que podía manejarlo, que era solo algo temporal.
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