LUNA LLENA
La palidez de la fina cortina deja pasar la luz misteriosa del plenilunio. Él, desnudo sobre la sábana, respira suavemente, con la inspiración de un recuerdo en su memoria. Una corriente igual que un hilo , que baja desde el manantial de la montaña, cruza placentera desde su plexo solar hasta el estómago.
Con la alas de la fantasía atraviesa la larga distancia desde las orillas del Mediterráneo hasta las extensiones de la meseta castellana. En su mente se dibuja la figura, el rostro, la mirada, la sonrisa en la boca, el árbol de cuyo brazo cuelga el cuadro de la vida.
Se vuelve hacia la ventana y bajo el brillo de la luna llena toma entre sus brazos el volumen del sinuoso cuerpo imaginado. Cierra los ojos y musita: «María».
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