En sí es una separación del yo, un desdoblamiento contradictorio para conformar una unidad personal nueva, integrada por dos como un uno. El misterio es cómo surge sin que conscientemente seamos artífices, sin que participemos en 'eso' que estalla en nuestro interior y produce una llama que desata deseo e insatisfacción a la vez; que inquieta, desapacigua, y también esperanza y nos hace vibrar, dando a la vida un color nuevo, un aire refrescante, un aroma seductor.
Éxtasis y tormento, transforma al sujeto que ama en un objeto del amor y al ser amado en un objeto amoroso. Es una objetivación en los dos sentidos.
Para el amor no existen imposibles; las situaciones reales dejan de ser un impedimento para la realización del sublime deseo amoroso. No hay fronteras ni barreras. Es pasión, deseo, fantasía, dulce existir. Se quiere estar constantemente con el ser que amamos: despertar con él, anochecer con él, compartir cualquier pensamiento, cualquier descubrimiento. Todo nos recuerda a él, nos lleva a su ser necesario como nuestro.propio yo.
Tampoco se revela como tal al principio, hay negación, una cierta parálisis de los sentidos y de los sentimientos; las emociones se hacen dueñas del sujeto que ama...y hasta cierto punto, también del amado.
Lo deseamos espiritualmente y a la vez despierta nuestra necesidad física de entrega y de entregarnos. Es todo un mundo, un cosmos de chispas, calor, ilusión.
Es el amor, ese imposible que es el motor de la vida, como escribía alguien en estas páginas recientemente.
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