La realidad de él y la realidad de ella

   El encuentro fue fugaz. Él dejó de existir para sí; ella comenzó a existir así. Él encontró su sueño en ella; ella se convirtió en el sueño de él.
Enloquecido por el fuego de un enamoramiento sordo y ciego, él se hizo letra y tinta, atropellado correo, alas en el tiempo, minuto en hora, interminable ciclo de estaciones invariables.
Con el amor de un escultor que se encaminaba cada día a la lejana cantera, para elegir el bloque más hermoso destinado a su obra, él construía cada espacio del hogar, elegía cada elemento de la casa, pintaba y decoraba el que sería el paraíso de sus sueños para ella.
Ella llegó empujada por las indeseadas circunstancias y la fuerza de una utopía.
Él se realizaba en la espera. La espera se realizó cuando ella llegó. Él entregaba sus sueños, ella se entregaba a su realidad. Cuando a él la realidad le despertaba y su sueño se desvanecía día a día, ella soñaba construyendo su propia realidad.
Las dos separadas realidades se reintegraron en la auténtica realidad de la que se separaron por la fuerza temporal de los deseos. El desrealizado enamoramiento del otro se realizó en el enamoramiento de uno por uno.
Después... cada uno siguió enamorándose de sí mismo al enamorarse de otro. La realidad se desrealizó nuevamente por la fuerza de la realidad idealizada.