En el estacionamiento

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Trabajo como vendedora de seguros en un edificio con oficinas de todo tipo y en una larga jornada se me hizo de noche. Fui al ascensor para llegar al sótano dónde estaba mi auto, un hombre iba ahí y se bajó también en el sótano. Caminé hasta mi carro un poco nerviosa porque el hombre me seguía acompañando, fue un alivio ver que abría el auto estacionado junto al mío.

Me dijo "Pensé que eras una acosadora" y yo respondí "pensé que me ibas a secuestrar". Nos reímos y rompimos el hielo. Conversamos unos minutos, resulta que es un doctor, siempre sale a esas horas de su consultorio. Es descendiente de alemanes, ojos azules y apellido impronunciable. Suena perfecto, pero no quiero un novio, eso sí, me lo tenía que comer cómo sea. Los días siguientes salí tarde a propósito con la esperanza de ver que tan lejos podía llegar con mi amigo del estacionamiento.

Fuimos ganando confianza y cada vez coqueteábamos más. El hizo el primer movimiento al preguntar cuál ha sido el lugar más raro donde he tenido sexo, respondí "he probado muchos lugares, pero nunca un estacionamiento", miré a mi alrededor y estábamos prácticamente solos. Abrí la puerta de mi auto simulando querer irme, él se abalanzó hacia mí y me besó.

Fue un buen beso, con manoseo incluido, el tipo sabía lo que estaba haciendo. No me quedé atrás y saqué su pene de sus pantalones, lo masturbé mientras él seguía probando mis labios. Luego levantó mi falda, fue introduciendo uno a uno sus dedos. Seguimos besándonos gimiendo hasta que comenzó a bajar. Besó mi cuello, mis tetas y por último mi clítoris. Su expresión era de hambre mientras saboreaba los jugos producto del placer que me generaba.

Me detuve a observar su miembro por un segundo, no lo había notado, media unos 18 o tal vez 20 cm, necesitaba eso dentro de mí. Le di la espalda, él me empujó sobre la superficie del auto, levantó una de mis piernas y me penetró sin piedad. Podía sentirlo en mis entrañas, cada vez más profundo, cada vez más duro. Se movía rápido, gemía y murmuraba que le encantaba mi vagina. No pude resistir más y llegué al orgasmo con chorros que bajaron por mis piernas.

Volteé a mirarlo, aún seguía metiéndome su virilidad, pero tenía la boca abierta respirando fuertemente, sus ojos mostraban varios sentimientos a la vez, sus gemidos eran casi gruñidos. Sólo podía significar algo: ese hombre estaba a punto de acabar. Me incliné a chupar su pene, él tomaba mi cabeza y me llenaba la boca con toda su longitud, desde la punta hasta la raíz. No pasó mucho tiempo hasta que mi boca estaba llena de su delicioso y caliente semen, el cual tragué hasta la última gota.

Acomodamos nuestras ropas y comenzó a hablarme sobre un restaurante, tuve que detenerlo y decirle "estoy dispuesta a repetir, pero no te hagas ilusiones, olvida cualquier otra invitación que tengas en mente". Subí a mi carro y me fui, él se quedó mirando, tal vez planeando una estrategia para ganarse mi amor. Ya veremos qué pasa, mi corazón está cerrado, pero mis piernas no.


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