Denunciar relato
Mundo de ruidos innecesarios en que el espacio de una consigo misma es aplastado por el sonido permanente de las voces huecas.
Vivimos el tiempo del miedo a escucharse una misma, la voz interior que cuando nos habla acierta. Y acierta cuando nos juzga y revisa qué somos, qué hacemos, qué deseamos, con quién queremos, hacia dónde vamos.
Miedo a la voz que en el silencio nos acusa y nos propone, nos acaricia y se conduele de nuestras decepciones, a ella no ocultas.
Por eso, el ruido nos envuelve a todos y silencia el incondicional juez de nuestros errores.
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