Cinco am sonaba de lunes a viernes esa maldita alarma, la escuchaba a lo lejos, ella la apagaba y sacaba sus tiernas nalgas calentitas de la cama, yo solamente me quedaba allí, retorciéndome en la suave colcha, disfrutando la ventaja de estar listo diez minutos antes para cualquier cosa. Nunca soñé con ir a la Universidad, aunque sí imaginé las muchas tantas cosas que haría con toda esa cantidad de caras lindas, cuerpos exactos, de todas esas mujeres que transmitían ser inmaculadas y ninguna lo era. Como en efecto, en diez minutos antes ya estaba listo para la misma rutina de todas las mañanas, acompañarla a que cogiera el Bus, porque aún era de noche. En lo que esperábamos me cogía la luz del sol en la cara al regresar a casa, siempre me encontraba con alguien conocido en el camino y algún que otro perrito para acariciar, a veces coincidía con un grupo de chicas enfermeras todas, yo con mi cara mitad somnolienta mitad seductora jajaja! O eso me creía, las miraba sin decir nada, ellas solo me miraban y punto. Llegaba a casa y me sentaba en la PC a reunirme con gente que a través de una pantalla también tenían cosas que contar, locos intelectuales buscando historias por donde sea, y yo! Yo era uno de ellos, refugiándome en mis mentiras y mis ganas de pecar. Así que me iba el tiempo hasta que me sonara el teléfono.
-dime dije yo!
-a qué hora vas a venir! Me dice ella
-qué hora es? Dentro de un rato voy
-son las Diez
-Ok
Su Madre me decía que ya solo iba a la casa a follármela y a dormir y tenía razón.
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