LA FUERZA DE LOS AZARES
Para nuestra mente analítica resulta particularmente atractivo el mecanismo de conceptuar la realidad. A partir de nuestras experiencias individuales establecemos un nexo causal en una secuencia de hechos, que conducen a un resultado final.
Si bien este es uno de lo principios generales del método científico, puede conducir a importantes errores que frenen o retarden los avances científicos.
La metodología analítica adolece de cierto determinismo y en algunos casos la visión dogmática entorpece la flexibilidad y la búsqueda de otros enfoques creativos.
El cuestionamiento de la concepción humana de la realidad material ha conducido a nuestra especie a lograr un dominio sorprendente sobre su propia existencia y su lugar en la naturaleza y el planeta. Sin embargo, algunos de los efectos de ese predominio sobre la vida y futuro de todas las especies sobre la Tierra tiñen de inseguridad la propia continuidad de la existencia de la vida en el planeta.
Nuestra facilidad para clasificar los fenómenos materiales se basan en la observación y la imaginación para la investigación empírica. Entre la primera y la segunda se llega a la demostración práctica de las ideas, a su plasmación en hipótesis y la elaboración de unos principios teóricos. Es aquí donde surge el peligro del dogmatismo; entender que la teoría es como una tabla mosaica de la ley escrita en piedra. La ciencia es ajena a todo principio permanente. La ciencia exige una constante atención a un fenómeno no completamente predecible. El factor azar juega un papel que escapa a todo cálculo. Ni siquiera la modernidad, englobada en los términos inteligencia artificial puede quedar bajo control de la mente humana o su extensión electrónica.
En el conjunto de la realidad material, de la que formamos inevitablemente parte, el efecto inesperado de los elementos de la impredecible casualidad es el aspecto complementario de lo que llamamos causalidad, y la condiciona.
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