En la penumbra de su habitación, ella se sentó en el borde de la cama, rodeada de sombras. Un diario abierto en sus piernas, sus palabras cargaban la fragilidad de sus pensamientos.
Escribía sobre los sueños perdidos, las esperanzas que aún persistían, los recuerdos del amor, la fragilidad del dolor, la desesperanza......cada trazo era un susurro de su alma.
El tic-tac del reloj resonaba en el silencio de la noche , marcando el compás de sus miedos y anhelos. A través de la ventana, la luna se asomaba entre las nubes de otoño y su luz plateada acariciaba el papel, regalándole un destello de inspiración. Unas ráfagas de viento la hacen creer verte a través de la ventana, no es más que un reflejo de su pensamiento.....que tanto te echa de menos.
Entre trazo y trazo, su mano temblaba en el papel intentando plasmar la fotografía de su sentimientos, de sus emociones más intensas ....y en ese momento su propia soledad la hizo comprender, que en su interior habitaba un universo lleno de historias por contar. Cerró el diario con una sonrisa tímida; a veces, el viaje más profundo es el que hacemos hacia nosotros mismos.
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