El don de la amistad

El día estaba nublado, pero en aquella habitación estaba su amigo que hoy no se sentía demasiado bien 

 “¿Recuerdas aquella vez que nos reímos tanto con mis historias rocambolescas?” leyó en el alféizar de su ventana digital, mientras se acomodaba en la cama. Aunque la salud le fallaba, la chispa en sus ojos nunca se apagaba. “Esta es solo una pausa”, dijo sonriendo, mientras recibía cariño desde la distancia. “El próximo capítulo será mejor”. Y así, entre anécdotas y esperanza, aquel mal momento pasó, recordando que, a pesar de todo, la verdadera amistad siempre ayuda a aliviar cualquier situación y el compartir todo tipo de instantes, es medicina para el alma.