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El domingo amaneció con cielo gris e intensa niebla, como si el sol hubiese decidido descansar.Berta se despertó perezosa y después de dar los buenos días a las personas más importantes de su vida, se sentó en la cocina, con su inseparable cafetera italiana, compañera de fatigas. A través de la ventana vió a unos vecinos pasar, cada uno atrapado en su rutina dominical ¿Quienes eran realmente?El domingo al fin despertaba.
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