(Impresiones. #1)
Feli deja el libro sobre su regazo. Y la ve bajar con su maleta de color malva. Su forma grácil tiene algo de nerviosa. La gabardina desatada y el sombrero a juego podrían dar lugar a un bello óleo. A su paso difumina las sombras y las convierte en manchas agrupadas, como ráfagas. Ella es un punto de luz entre mil puntos que combinados crean la sensación de figuras y objetos contextuales. Una imagen recuperada de una memoria incierta, pero anclada en un lugar interior.
Un instante. Un impulso. Baja su maletín y toma su abrigo apresuradamente, sobre el antebrazo y se apea atropelladamente. La ve caminando por el andén. Su paso se ha hecho lento, como en una película ralentizada. Se gira. De nuevo sus ojos marrones brillantes, como en el compartimiento. Le sonríe y deja caer un papel doblado. Dale de la estación.
Feli se afana por alcanzarla. Se agacha y recoge el papel. Lee y lo aprieta contra su pecho.
Cuando la alcanza, se sitúa a su lado y espera en el andén, inmóvil, con la mirada perdida. El murmullo de la multitud las rodeaba. Ella parecía atrapada en un tiempo diferente, con su maleta desgastada, por años de viajes y lleno de sueños olvidados.
Cerca de ella, Feli, sumida en sus pensamientos y grabando las palabras recogidas del suelo. Atrapadas cada una en su interior, giran la cabeza y de nuevo sonríen tímidamente. Al mirarse a los ojos sus mundos de repente confluyen, se fusionan y las palabras empiezan a fluir como si no existiera el tiempo.
Un nuevo tren llega, interrumpiendo su charla. Feli, mira a la puerta de entrada al vagón y siente que debe tomar una decisión; en un impulso dijo "voy a quedarme un rato más, si tú lo haces". Ella asintió, así que en aquel andén ambas decidieron perderse en el presente, dejando las estaciones del pasado para otro momento o quizás para nunca. A veces, los encuentros inesperados, tienen el poder de cambiar el rumbo de tu vida para siempre.
Helia, Córcega 476
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