EL LIBRO
(mañana de mercadillo)
Tus manos toman el libro, se funden con su cubierta. Eres parte de su historia. La historia del libro es tu historia; tú misma te injertas en la narración. Tu voz interior es la voz del libro. Es cierto, el libro esperaba tus dedos ansiosos; que tu mirada sorprendentemente infantil absorbiera cada párrafo con fruición.
El sol de la mañana parecía que te invitaba justamente a esa parada. El toldo abanicaba paciente la tabla donde él se confundía con otros, decenas, de ejemplares... pero el rayo de sol centraba su haz como un cierto arco iris en el portal de la magia de sus páginas.
Te sentaste pensando en él, lejano y ausente, de alguna manera quisiste compartir el hallazgo, porque él ocupa un rincón plateado en su corazón. Abrió las amarillentas páginas y la envolvió un sentimiento calido. Pensó inmediatamente en él... y una brisa levantó las alas del libro, viajando al presentimiento del hombre solitario que a los pies del mar acababa de musitar su nombre.
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