CREENCIAS
(introspección #2)
Rosalba llegó a la consulta de la doctora Yagüe. Iba emocionada. La operación de mastectomía de su seno derecho había sido un éxito y la recuperación marchaba muy bien.
La doctora era una mujer de cuarenta y dos años; Rosalba acaba a de cumplir los veintitrés. Rosalba era una animosa mujer joven, de caracter jovial. Su ánimo la había ayudado a enfocar positivamente la enfermedad y a superar la dificultades del tumor.
La doctora examinó el tejido en la oquedad de su pecho.
—Perfecto —dijo—. Ha cicatrizado muy bien. En unas semanas estudiaremos la reconstrucción de la mama.
Sin saberlo Rosalba, la necesidad de apoyo había hecho germinar en ella un poderoso afecto emocional hacia la doctora y mantenía con ella una relación de amistoso respeto.
—Perdone, doctora una pregunta: ¿No cree usted en Dios? —preguntó Rosalba.
La doctora Carmina Yagüe era una profesional muy experimentada, con muchos años como cirujana.
—Creo en la ciencia —respondió.
—Entonces, ¿no cree en la fuerza de la esperanza?
La doctora esbozó una sonrisa y negó con la cabeza. Sus ojos verdes de entrecerraron y añadió:
—Pero, tampoco creo en la penitencia de la culpa.
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