LA FUERZA DE LA ESPERANZA

          LA FUERZA DE LA ESPERANZA

Entre las condiciones para la victoria en un conflicto, igual que para vencer una enfermedad, se cuenta la determinación positiva, la disposición psicológica, el estado de ánimo con el que se afronta el combate.
La fe en las propias fuerzas, la mirada optimista, una esperanza positiva frente a la adversidad, indudablemente constituyen un elemento clave en los momentos graves de la vida; como excepción, en algunas ocasiones pueden incluso contribuir a cambiar el signo del resultado final del conflicto. Vale lo mismo para la lucha contra las enfermedades, los objetivos personales, como en los enfrentamientos militares.
Es una fuerza, sí, poderosa, ciertamente, pero se conjuga con todas las demás circunstancias y potencias en conflicto. La parte contraria juega también su papel; igual que las condiciones materiales concretas en que se desarrollan las situaciones (siempre complejas y multilaterales). En el resultado final la fuerza decisiva no es la mentalidad de los contendientes (con todo y ser un elemento capaz de modificar algunas de las condiciones materiales, hasta cierto punto), sino la base material en que se produce la contienda, el terreno real en que se han de combinar todos los elementos y aspectos que forman la realidad objetiva, material. Y estos no dependen de la fuerza de la voluntad, la determinación de ganar un combate o una guerra, la visión positiva y demás aspectos subjetivos.
Lo que termina siempre por imponerse es la realidad objetiva, que opera mediante leyes inapelables, ante las cuales toda fe o esperanza de los individuos es completamente impotente.